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El valor del trabajo

Por 2 de diciembre de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

La semana pasada compartí una charla en la librería El Astillero con los escritores Aníbal Jarkowski y Elsa Drucaroff. La convocatoria la hizo la revista El Interpretador, a partir de un interesantísimo artículo de María Vicens que ligaba tres de nuestras novelas (El trabajo en el caso de Aníbal, /upload/fotos/blogs_entradas/el_infierno_prometido_una_prostituta_de_la_zwi_migdal_med.jpgEl infierno prometido, una prostituta de la Zwi Migdal de Elsa y mi primer libro, El muchacho peronista) bajo el título Territorios de placer, dinero y anarquía: notas sobre el trabajo en la narrativa argentina contemporánea. El texto de María vale por sí solo, es fácil de encontrar en internet. Lo que incluyo a continuación son algunas ideas sobre el tema inspiradas por las vueltas de la charla.

El conflicto está expresado -o quizás sería mejor decir enterrado: algo que, inevitablemente, sólo puede ser extraido con esfuerzo de la materia original- en el relato fundante de nuestra civilización. El ser omnisciente a quien se atribuye la inspiración de la Torah, de la Biblia y del Corán crea el universo entero de la nada, en el lapso de seis días. Al séptimo, dice la narrativa, descansa. Pero cuando la primera criatura humana desafía sus órdenes, el ser omnisciente la destierra del Edén y formula una condena que pretende, por cierto, perpetua: ‘Ganarás el pan con el sudor de tu frente’.

La frase es simple, lo cual significa ante todo que será muy efectiva cuando se la use, como ocurrió durante la entera historia de la especie, para inducir al equívoco. No introduce el trabajo como parte de la condena -después de todo, ganarse el pan es la mitad de la frase que coincide con lo dado, con la asunción de la existencia como un esfuerzo tan natural como el del corazón al latir-, sino la modalidad en que sí opera como castigo: la recurrencia del sudor, esto es, del trabajar con un esfuerzo que se padece, que se hace sentir sobre el cuerpo, que lo lastra en contradicción con la levedad del ser. No creo que Dios, Yahweh o como quieran llamarlo estuviese sugiriendo que la creación del universo no fue un trabajo digno de encomio. Por algo se anota el descanso del séptimo día. Creo, más bien, que para Dios fue ante todo un placer, quizás inesperado. Que la necesidad del descanso sólo se impuso una vez que el trabajo había terminado. Y que al pensar en el peor de los castigos posibles para el hijo rebelde, se le ocurrió que nada lo haría rechinar más los dientes -que nada sería un infierno mayor- que el trabajar sin disfrute.

Una maldición que como suele ocurrir, opera no sólo sobre su víctima sino también sobre aquel que la pronuncia. A partir de entonces, Dios ya no consigue hacer su propio trabajo sino con enorme esfuerzo, y frecuentando el fracaso. En la versión cristiana de su historia se intenta, incluso, asumir el fracaso como parte inevitable de la existencia: Jesús muere para vivir, sucumbe para triunfar. Pero ni siquiera esa desmesura le alcanza a Dios para retomar la iniciativa política. La mera existencia de la especie humana es para Dios un telegrama de despido, o si se quiere, una permanente consulta popular que le recuerda que sí, aunque su claque y su oficina de prensa le juren lo contrario, la gente demanda que formalice su renuncia.

                                                   (Continuará.) 

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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