Marcelo Figueras
¿Qué es de la vida de los personajes que amamos, más allá de la frontera del The End? Me he preguntado muchas veces qué fue de Rick Blaine después de la partida de Ilsa, lo que es igual a preguntarse cómo sería una segunda parte de Casablanca. Me pregunto si Deckard conoció la felicidad después del final que muestra Blade Runner. Y qué fue de Edgar después del telón de King Lear. Y si la vida fue amable o no con el Oliver Twist adulto. La mayoría de las veces que trataron de responder a estas preguntas, retóricas en su esencia, no se consiguió otra cosa que arruinar el encanto. En algún momento de los 80, si no recuerdo mal, Casablanca se convirtió en una serie de televisión que no tuvo éxito: está claro que David Soul (conocido como Starsky, o bien como Hutch; nunca los distinguí del todo) no es ni será nunca Bogart. Y ha habido docenas de intentos de retomar el personaje de Sherlock Holmes, pero nunca me topé con ninguno que estuviese a la altura del original. (Michael Chabon intentó darle una vuelta de tuerca en The Final Solution, pero a mi entender no lo logró del todo.)
El próximo 5 de octubre Simon & Schuster publicará en los Estados Unidos Peter Pan in Scarlet, la primera continuación “oficial” de las aventuras de Peter Pan creadas por J. M. Barrie. La oficialidad del intento deriva de la aprobación de los dueños de los derechos, que Barrie cedió en su momento al Great Ormond Street Hospital for Children de Londres. Los responsables del hospital organizaron un concurso en 2004, en busca del autor adecuado. La ganadora fue Geraldine McCaughrean, de 55 años, autora de otros ciento veinticinco libros infantiles, algunos de ellos ganadores de premios prestigiosos como el Whitebread Children’s Book Award. Peter Pan in Scarlet es el resultado de aquella selección. La historia de McCaughrean transcurre en 1926, varios años después de la acción original: los “Lost Boys” son aquí “Old Boys”, y Wendy Darling se ha convertido en esposa y madre. Pero una serie de extraños sueños que le llegan desde Neverland la obligan a emprender el regreso, para lo cual no le queda otro remedio que volver a ser niña, cosa que hace con la ayuda de un hada llamada Fireflyer. (De Tinkerbell, o Campanita, ni noticias.)
El libro de McCaughrean no es el primero en retomar a Pan y sus amigos. Las leyes del copyright internacional establecen que los personajes de Barrie sólo deben ser usados con autorización del Ormond Street Hospital en Gran Bretaña. En los Estados Unidos, por el contrario, son figuras de dominio público, lo cual dio pie a Dave Barry y Ridley Pearson para que escribiesen dos libros con Peter Pan de protagonista que se han convertido en best sellers. El segundo de ellos, Peter and the Shadow Thieves, ya vendió 350.000 ejemplares desde su debut en julio. Estas novelas son lo que en cine se denomina prequels, aventuras que transcurren con anterioridad a la historia escrita por J. M. Barrie. Según dicen tienen un tono más contemporáneo, lleno de humor elemental y escenas de persecuciones. El libro de McCaughrean, por el contrario, sería una suerte de prolongación del estilo del original, con un Peter que también sería más fiel a Barrie en su egoísmo: al releer el clásico, McCaughrean se sorprendió por su oscuridad. “Es despiadado, y no muy correcto políticamente,” dijo la escritora al New York Times. McCaughrean efectuó sus propias correcciones al concebir a una Wendy más feminista, y dotó a la historia de un tinte ecologista al pintar una Neverland arrasada por la polución.
Lo peculiar del caso es que este libro es la última oportunidad que tiene el Great Ormond Street Hospital para hacer algo de dinero gracias a Peter Pan, dado que los derechos cedidos por Barrie caducan en el año 2007. Esto significa que desde el año que viene, cualquiera de nosotros puede escribir su propia aventura protagonizada por Peter, Wendy y los Lost Boys. Lo cual no se aleja demasiado de lo que ya ocurre en la práctica. Las historias que amamos de verdad son reescritas una y mil veces en nuestros corazones, y encuentran ecos en los hechos más trágicos y más maravillosos de nuestras vidas.
A veces pienso que son ellas las que nos escriben a nosotros.