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El peligro de las superficies

Por 22 de noviembre de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Estoy en Barcelona, invitado por el MIDA (Mercado Internacional de Desarrollo Audiovisual) para presentar mi novela La batalla del calentamiento ante productores de cine españoles. Me acompaña el director Marcelo Piñeyro, con quien ya trabajé en Plata Quemada y Kamchatka. Marcelo leyó La batalla cuando todavía no era más que un original, y desde entonces manifestó su deseo de dirigir la adaptación al cine.

…Y aquí estamos, pues. Recién llegados, y como siempre pasmados por la belleza de una ciudad de esas que no solo seducen, sino que se comprometen con uno en una historia de amor. Hay ciudades que son pura superficie: bellas, sí, y rebosantes de promesas que casi siempre se traducen en satisfacciones efímeras. Pero hay otras -y Barcelona es una de ellas, al menos para mí- cuyo encanto va mucho más allá de la profundidad de la piel. Lo mismo ocurre con las mujeres: algunas prometen un rato de diversión, pero las que a uno lo iluminan de verdad son aquellas de las que vale la pena enamorarse.

Anoche vimos The Black Dahlia, la película de Brian De Palma que adapta la novela de James Ellroy, inspirada a su vez por un célebre crimen irresuelto. El film tiene sus momentos, aunque en líneas generales es un disparate. Cualquiera que haya disfrutado L.A. Confidential haría bien en salir disparado en otra dirección, para evitarse el sufrimiento. The Black Dahlia tiene problemas de guión y problemones de casting: Josh Harnett, que va de protagonista, no puede sostener una película ni con la ayuda de una estructura de hormigón. (Algunos actores, como Hillary Swank, hacen lo que pueden, pero no les alcanza; me gustó mucho la chica que hace de la actriz asesinada, Mia Kirshner: su tristeza taladra la pantalla.

Pero uno de los problemas principales pasa por la forma en que De Palma maneja la época en que transcurre el relato. Los años 50 son muy tentadores para un cineasta, y más aún si la historia transcurre en Los Angeles: hablamos de Hollywood, del glamour, de las starlets y del trasfondo de droga y corrupción política. Lo que De Palma hace con esa imaginería es tan sólo lo obvio: juega con las figuritas. Sin otra dirección al respecto, los actores se limitan a jugar también. Josh Harnett juega al duro con corazón tierno. Scarlett Johansen juega a la mujer sensual, disfrazada con ropa ceñida al talle y rígidos peinados de peluquería. Ninguno de ellos parece gente viva, tan solo arquetipos, muñecos de cera con movimiento. Interpretan la época y a sus personajes como pura superficie. Librados a su suerte, actores de talento probado como Fiona Shaw se acercan peligrosamente al ridículo.

Ese es el problema con las superficies relucientes. Si uno se obsesiona con ellas, se quedará en la cáscara. The Black Dahlia no nos induce nunca a pensar que estamos viendo la época tal como fue o podría haber sido, sino tan solo una representación epitelial, puro diseño de producción y nada de espíritu. (¿Debería pensar que se trata de un mal generacional, dado que De Palma y Scorsese son coetáneos?)

Barcelona también es hija del diseño (el hotel en que paro es una maravilla funcional, por ejemplo), pero basta con perderme en cualquier callejuela lateral para que me sienta vivo. Es una de esas ciudades en las que no me molestaría nada vivir. Pero nunca viviría en esa ciudad de Los Angeles que pinta The Black Dahlia.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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