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El curioso incidente del niño protagonista

Por 16 de enero de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Como en Holanda acaba de editarse Kamchatka, me pidieron de una revista que eligiese mis cinco novelas favoritas que estén narradas, al igual que aquella mía, desde el punto de vista de un niño. El desafío me puso a pensar. Después de mucho dar vueltas, me quedé con David Copperfield, The Sword in the Stone, Matilda, The Curious Incident of the Dog at the Night-time y Empire of the Sun. Lo de Copperfield no necesita mayor explicación. Aunque David es niño tan sólo durante parte de la narración, la novela fijó el molde para todos los relatos de iniciación: ¿o acaso pasa algún día en que no traten de decidir si serán los héroes de sus propias vidas?

The Sword in the Stone me resulta inescapable. Siendo fan del ciclo de leyendas artúricas desde la más tierna edad, esta versión de Arturo niño siendo educado por un Merlín que se parece al maestro ideal es verdaderamente deliciosa. (La película de Disney es simpática, pero el libro es inolvidable.) ¿Cuántas cosas fundamentales aprenderíamos, si tuviésemos un hechicero particular que nos convirtiese en todos los otros seres vivos para que entendiésemos qué se siente al habitar su piel? Debería confesar que le robé a T. H. White el uso permanente y jocoso que hace del latín para mi última novela, La batalla del calentamiento.

De Matilda me gusta aquello que es habitual en los relatos de Roald Dahl: que aunque tiene a una niña por protagonista, su visión nunca es infantil. Como el protagonista de James y el durazno gigante, como el Charlie de Willie Wonka y la fábrica de chocolate, Matilda debe enfrentarse a los aspectos más terribles de la vida: en su caso, el desamor de sus padres carnales y el régimen fascista encarnado por la encargada de su escuela. Creo que Dahl no teme enfrentar a sus personajes a las calamidades porque sabe que no hay nadie mejor dispuesto para enfrentar la vida, y para convertir desgracia en posibilidad, que un niño inteligente.

The Curious Incident of the Dog at the Night-Time, de Mark Haddon, es la más reciente de las novelas de la lista. Su narrador es un niño que sufre una variante del autismo, el síndrome de Asperger. Pero esta característica no es experimentada nunca como una limitación, sino tan sólo como el prisma a través del cual su personaje entiende, y se relaciona, con el mundo. Haddon sabe muy bien qué es un niño en esencia: un hombre muy, muy pequeño, que navega un mar desconocido y se mantiene a flote haciendo buen uso de las pocas cosas que sabe –y de las muchas que desconoce.

Y El imperio del sol es la novela por antonomasia sobre un niño perdido en una guerra. (¿No lo seremos todos, en algún sentido?)

Por supuesto que existen infinidad de otros títulos que deben habérseme escapado. De hecho siento algo de culpa con Mark Twain y con Robert Louis Stevenson, que también me proporcionaron momentos que atesoraré siempre. Pero imagino que la lista se armó de esta manera en mi cabeza porque estos libros contribuyeron muy claramente a ponerme en la buena senda. Yo suelo recurrir a personajes que son niños porque, como Dickens y White, como Dahl y Haddon y hasta como el habitualmente ceñudo James G. Ballard, creo que no existe nadie con mayor capacidad de asombro, ni con mayor apertura al perdón, ni con mejor disposición para la aventura que un niño. Cuando los adultos sufrimos un dolor profundo, tenemos la tendencia a aferrarnos a él y a usarlo para justificar todas nuestras renuncias, todos nuestros fracasos. Los niños se levantan del suelo y siguen caminando, sin echarle la culpa a nadie. Por eso constituyen protagonistas perfectos: porque no están dispuestos a que nadie les arrebate la felicidad.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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