Marcelo Figueras
En Historias extraordinarias el director y guionista Mariano Llinás ‘usa’ el paisaje de la provincia de Buenos Aires -la llanura prototípica sobre la que Borges posó sus figurines gauchos y malevos- de un modo que produce extrañamiento. Lo convierte (vuelvo al procedimiento borgiano) en un horizonte fantástico, no por adición de elementos, sino por sustracción: al cerrar el cuadro sobre las formas del arquitecto Salamone, Llinás sugiere que la provincia entera es producto de su mente delirante.
Pero esta delimitación del terreno funciona además como lo que la buena de María Moliner denomina metonimia, al reemplazar la cosa por el signo. Lo que Llinás parece interesado en delimitar no es un territorio real, en este caso Buenos Aires, sino más bien uno imaginario: el terreno de las posibilidades del relato. Y es aquí donde viene lo más interesante: Llinás marca fronteras a sus intereses narrativos, declarando a viva voz que sus intereses narrativos no reconocen fronteras -que el acto narrativo no debería admitir límites. Allí donde sus colegas jóvenes (directores y guionistas) sugieren que deberíamos vivir exiliados del relato, Llinás crea un filme-cubo de Rubik, lleno de relatos que permitirían infinitas combinatorias, o mejor aún: un filme-Aleph.
En más de un sentido, el Aleph del cuento borgiano funciona de un modo similar al del cine todo: ¿o acaso el rectángulo de la pantalla, grande como la del Imax o pequeña como la del teléfono móvil, no es también un ‘punto que contiene todos los puntos del universo’? También como en Borges, solemos asistir al fenómeno del cine en sitios triviales (una sala de cine no lo es menos que el sótano de la calle Garay) y forzados a tomar determinadas posiciones físicas -tumbados en el suelo en el cuento de Borges, sentados en los cines y en la comodidad del living en la vida real. Pero quizás por el hecho de que hemos olvidado que el cine es un prodigio, Llinás parece convencido de la necesidad de recordárnoslo: cada vez que nos plantamos en el cine o ante la TV, estamos en presencia de un punto de luz que puede contenerlo todo. Empezando por las Historias extraordinarias…
Ya sé que estoy abusando de su paciencia. Les prometo que mañana termino.