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Blogs de autor

De artistas y de héroes

Por 12 de marzo de 2007 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Tenía toda la intención de hablar de Héroes, cuyo primer capítulo se vio el viernes en América Latina. Pero el domingo por la mañana mi mujer me llamó la atención sobre un artículo de Clarín que yo todavía no había visto: una entrevista a Fernando Botero hecha por Ana Barón, la corresponsal del diario en Washington. En esencia, lo que el artículo contaba era que Botero había pintado ochenta y dos cuadros (dije bien: ¡82!) sobre las torturas que los soldados americanos infligieron a prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib. Y un dato más, para nada menor: a pesar de que existe una retrospectiva de Botero que actualmente está girando por ocho ciudades estadounidenses, ninguno de los museos aceptó mostrar estas obras de las que hablo como parte de la muestra. Se me ocurrió entonces que era justo postergar a los Héroes de la serie para hablar de otra clase de heroísmos, tan necesarios como las hazañas de estos personajes de ficción.

El colombiano Botero dedicó 14 meses a la serie sobre las torturas. Según lo que Clarín muestra y Barón cuenta, los cuadros tienen todas las características de la obra de Botero (“Los grandes pintores nunca cambiaron de estilo, un Vermeer siempre es un Vermeer y un Velásquez siempre es un Velásquez”), pero subvertidas por la increíble violencia que despliegan: hombres encapuchados y asaltados por perros, obligados a adoptar posiciones sexuales denigrantes, apaleados sin piedad… Botero no se hace ilusiones sobre el poder del arte para incidir sobre la vida política, pero sabe de su importancia a la hora de dejar testimonio: “Sin compararme con Picasso, ¿quién recordaría que los alemanes bombardearon Guernica y mataron a tanta gente si no fuese por ese cuadro”? No deja de tener su ironía que mientras Bush visita Colombia manifestando su apoyo a un gobierno sospechado de corrupción, uno de los colombianos más famosos del mundo salga a hablar del doble rasero de los Estados Unidos: “Tortura hay en muchas partes del mundo, pero los Estados Unidos se presentan como un modelo de respeto a los derechos humanos… Me dio mucha rabia que los soldados (de USA) torturasen prisioneros en la misma prisión del tirano que acababan de derrocar”.

Pero quizás el héroe verdadero de este pequeño cuento moral sea Harley Shaiken, director del Centro de América Latina de la Universidad de Berkeley. Como la universidad se negó a que Shaiken dispusiese de sus fondos públicos por miedo a perder el financiamiento, el director del Centro recurrió a fondos privados y consiguió financiar la exposición de estas obras de Botero, que están hoy a la vista en California. Me gustó también que Botero dijese que no pensaba ganar dinero con el dolor humano, y que su intención era donar la serie de obras a algún museo.

En casi todos los artistas hay algo de canalla, pero algunos hacen cosas que los aproximan bastante a mi noción de heroísmo.

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No me gustaría dejar pasar en silencio la muerte del uruguayo Ricardo Espalter. Fue uno de los hombres que más me hizo reír cuando era niño, en programas televisivos como Telecataplum, Hupumorpo e Hiperhumor. Era mi favorito de toda la troupe, porque tenía esa cosa de la simpleza a la que ninguna circunstancia, por adversa que le fuese, lo despojaba del todo de su dignidad. Muchos recordarán el personaje de Toto Paniagua, aquel pobretón que se volvía rico por azar y decidía tomar clases de buenos modales, o aquellos sketches en los que fingía fluidez hablando idiomas que por supuesto no dominaba.

La única vez que lo vi en persona me convirtió en cómplice de una humorada. Regresábamos a Buenos Aires al término del Festival de Cine en La Habana, en un vuelo de Aeroflot, y me tocó sentarme a su lado. Resultó que viajar con la compañía rusa era todo lo que una mente febril podía conjeturar a partir de los prejuicios: las azafatas medían dos metros de alto y de ancho y las bandejas de comida parecían haber sido parcialmente decomisadas por el Partido antes de ser servidas. Fingiendo indignación, o quizás sintiéndola de verdad pero transformándola en catarsis, Espalter se lanzó a hablar como torrente a una de las azafatas, en un idioma inventado que sonaba a ruso pero por supuesto no lo era. La expresión de la pobre mujer, que todo el tiempo parecía a punto de interpretar las palabras sin llegar a decodificarlas del todo (¿de qué parte de Rusia provendría aquel extraño pasajero?), se me quedó grabada a fuego como punchline de Mi Anécdota con Espalter, una que ahora más que nunca conservaré como tesoro.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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