Marcelo Figueras
Estas son algunas de las cosas que Bruno F sintió, experimentó y descubrió a partir de la decisión de sus padres de viajar lejos de casa.
- 1. Barcelona, sus límites. Digan lo que digan, Barcelona comienza en un avión.
- 2. Avión. Sometido por vez primera al despegue de la máquina, Bruno reaccionó de la siguiente manera. Primero aplaudió, como quien está sentado en un teatro; y después pronunció su grito de batalla: "¡Más! ¡Más! ¡Más!" (En Bruno, el pedido de más, más y más no es la demanda insaciable de la mayoría de sus congéneres, sino un reconocimiento a la excelencia. Suele decirlo a la manera en que ingleses y franceses dicen "Encore! Encore!", o que los argentinos solicitamos "¡Otra!" Esto es, para prolongar la delicia de la experiencia al tiempo que se homenajea a los artistas -o bien, como en este caso, a la elegancia con que ocasionalmente se expresa la vida.
- 3. Barcelona, sobre su nombre. Desde el primer momento, Bruno se movió por Barcelona como por casa. Las explicaciones sobre este comportamiento varían. Hay quien sostiene que se debe a la adaptabilidad infinita de los niños. Hay quien supone que la genética puede tener algo que ver. (Después de todo, el apellido de su padre es tan catalán como el Tibidabo.) Una tercera versión aventura lo siguiente: que Bruno está convencido en efecto de que la ciudad pertenece a su padre, y en consecuencia la vive con naturalidad. Después de todo, entre Barcelona y Marcelona la diferencia es tan exigua…
- 4. Sobreabundancia de tíos. Bruno reconoce a sus tías como tales, pero a sus tíos los llama por su nombre: Pipo, Germán… Sin embargo, en Barcelona entiende que hay tíos por todos lados. Como nada le gusta más que trabar relación con gente, se excita cuando entiende que aquí todos conocen a una de sus tías: Valeria, a quien llaman Vale. Y dado que oye por doquier pero tío esto, u oye tío, mira, Bruno empieza a gritar "¡Tío! ¡Tío!" a diestra y siniestra, como quien se trata con el pueblo entero o bien, en un arranque arzobispal, a modo de bendición.
- 5. Locutorio, su definición. Su madre fue a El Corte Inglés de Plaça de Catalunya para averiguar si podía reciclar un vetusto teléfono móvil de Argentina. Para explicar dónde podía realizar esa discutible operación, el empleado del área de telefonía le preguntó si sabía qué era un locutorio; y antes de que mamá pudiese contestar que en efecto lo sabía, le entregó la siguiente definición: "Locutorio es un sitio lleno de hindúes y pakistaníes, donde ofrecen llamadas internacionales". Desde entonces, cada vez que se cruza con un mapa donde se ve la India o Pakistán, Bruno piensa indefectiblemente: "¡Locutorio!"
(Continuará.)