Marcelo Figueras
Durante más de quince años, Prime Suspect fue lo más parecido a una experiencia religiosa que experimenté como televidente. Creada por Lynda La Plante para Granada TV, Prime Suspect debutó en 1991 dándole una vuelta de tuerca a un género visitado hasta el cansancio: ¿qué pasaría si una división de homicidios de la policía londinense, masculina por composición y tradición, quedase al mando de una mujer? Para tolerar las resistencias del medio y salir airosa de su trabajo, esta mujer no tenía otro remedio que ser formidable. La Plante puso en juego todo su talento para que el personaje de marras, la inspectora Jane Tennison, lo fuese. Lo que no pudo haber previsto fue que encontraría una intérprete a la altura de sus sueños: la actriz Helen Mirren, que hoy se ha vuelto popular gracias al Oscar obtenido por The Queen pero que para muchos ya era una reina desde que vimos Prime Suspect por primera vez.
Recuerdo lo que pensé entonces: que Prime Suspect era algo que estábamos en condiciones de hacer incluso aquí, en América Latina. Se trataba de una puesta simple, filmada en su mayoría en escenarios reales. Pero claro, existían unas pocas pero irremontables salvedades. Para empezar, el género: a la luz de la experiencia de las últimas décadas, en América Latina en general y en Argentina en particular nos resulta inverosímil la figura del policía decente. Otra de las dificultades la presentaban los guiones. Aun cuando a simple vista Prime Suspect parezca un policial más, la complejidad de sus tramas y la sutileza con que imbrica cada hilo es algo que sólo puede concebir un artista superior. La Plante marcó la cota en las temporadas 1 y 3, después hubo otros guionistas que siguieron en sus pasos con mayor o menor suerte.
Para empezar, los casos estaban llenos de inquietantes resonancias sociales. En Prime Suspect 1, mientras Tennison trataba de hacer pie en ese mundo despiadadamente masculino debía lidiar con un asesino serial de mujeres que era protegido por su propia esposa, remarcando la complicidad que el mismo género femenino presta, en determinadas circunstancias, a la perpetuación del mismo abuso del que son víctimas. En Prime Suspect II la lente se posaba sobre el racismo de la sociedad inglesa: las consecuencias del prejuicio se veían entonces en la calle, pero también en el seno de la institución policial. En Prime Suspect III el caso exponía los abusos que los adolescentes de un internado oficial sufrían a manos del director del establecimiento… y hasta de un alto mando de la policía. Las líneas de investigación siempre resonaban dentro de la división de homicidios, un microcosmos en el cual las tensiones sociales se viven corregidas y aumentadas: el prejuicio respecto de las mujeres, la homofobia, el desprecio dirigido a los inmigrantes. Y mientras el guiso se cuece y se espesa a cada minuto, Tennison hace malabares con los ingredientes de su vida privada: los manejos políticos para ascender en el escalafón, su dificultad para sostener relaciones amorosas estables y hasta la marcha imparable del reloj. En el capítulo The Lost Child, Tennison busca pruebas para acusar a una madre por el asesinato de sus propios hijos, al tiempo que es consciente de haber programado la interrupción de un embarazo que no deseaba. Por supuesto, en el instante final del capítulo Tennison acude de todas formas a la cita hospitalaria; Prime Suspect nunca hizo concesión alguna a los buenos sentimientos del espectador, y mucho menos a su necesidad de happy endings.
El otro elemento irrepetible de la miniserie es, por supuesto, Helen Mirren. No se trata tan sólo de que no exista una Mirren argentina, o latina: tampoco existe alguien que se le compare en los Estados Unidos, o en España, o en Francia. (Ni siquiera Meryl Streep, que es lo más parecido que Hollywood tiene al talento y la profundidad de Mirren, saldría airosa en el papel de Tennison.) Lo que esa mujer puede hacer sentada en una silla dentro de un cuarto sin ventanas, es algo que todo el dinero y la tecnología del mundo no suplirán jamás. Por eso la visión de Prime Suspect 7: The Final Act, que la versión latina de HBO terminó de emitir este lunes, produce una sensación de pérdida sólo parangonable a la experiencia real. Después de más de quince años, y al término de siete ciclos, este cierre de Prime Suspect se parece a la dolorosa despedida de un ser a quien hemos conocido íntimamente. Con el apoyo de su producción, de guiones y de elenco igualmente magníficos, Mirren no se limitó a intepretar a Tennison: fue Tennison, convenciéndonos de que estábamos siendo testigos de algo mucho más interesante y conmovedor que la mejor obra de arte, esto es una vida humana. Para decirlo mediante paráfrasis: quien ve Prime Suspect conoce a una mujer. Inteligentísima y necia, sensible y fría, sagaz y torpe a la vez. Siempre triste, solitaria –y ahora también final.
Ha sido un viaje incomparable, por el que siempre estaré agradecido.
Cuando sea grande, me gustaría hacer algo tan maravilloso como Prime Suspect.
Moriría por trabajar con Helen Mirren.