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¿Una canciller de hojalata?

Por 25 de mayo de 2010 Sin comentarios

Lluís Bassets

La política es un juego de espejos y trampantojos que jamás autoriza a bajar la guardia a quienes la practican o dar por ganadas la partida antes de que termine a quienes están librándola. Hay que pelear cada batalla hasta el último segundo a riesgo de sufrir una reversión fatal. Es el territorio de la volubilidad y de la indeterminación, donde los cambios del viento de la historia pueden arrasar con los más grandes y encumbran a quienes nadie tenía en consideración. Angela Merkel lo sabe muy bien, tal como demuestran su trayectoria política y sus actuales horas bajas.

Hace poco más de medio año se hallaba en la cumbre del prestigio y de la fama internacionales. ?La mujer más poderosa del mundo?, después de dirigir durante cuatro años la gran coalición con los socialdemócratas y de coronar una impresionante batería de reformas del Estado de bienestar alemán, había conseguido una segunda victoria electoral que le permitía formar gobierno ahora con los liberales, regresando a la fórmula de coalición más frecuentada en la historia de la república federal. Si la anterior coalición pudo parecer forzada por las circunstancias, la canciller presentó la actual, ya en la campaña, como su opción ideológica preferida, a pesar de los potenciales desacuerdos que albergaban las diferencias de programas.
Todo el mundo esperaba que la nueva etapa fuera la del despegue definitivo de Angela Merkel como gran canciller, capaz de dejar una fuerte impronta en su país, en la construcción europea, en las negociaciones sobre cambio climático y en la salida de una crisis que –a la vista de lo que está pasando ahora– apenas había empezado entonces a golpear al continente. Su primer tropiezo grave se produjo en Copenhague, en diciembre pasado, cuando la UE y su país fueron cruelmente marginados por Estados Unidos y China del acuerdo final en la Cumbre del Clima.
Merkel es una política vinculada desde hace muchos años a toda la negociación de Kyoto. Ocupó la cartera de Medio Ambiente desde 1994 hasta 1998 con Helmut Kohl y recibió el apelativo de Canciller del Clima, sobre todo después de su éxito en la Cumbre de Heilingendamm (2007), cuando consiguió que Bush reconociera al menos la existencia del problema. Su derrota de Copenhague, por lo que se ha visto después, es mucho más significativa de lo que se vio en su día. En ella quedó reflejada la pérdida de poder de la Unión Europea, pero también de Alemania, en la nueva organización del mundo global, frente al ascenso de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
El estallido de la crisis griega ha conducido a un segundo y severo revés para la canciller, que ha perdido la oportunidad de liderar a los europeos y de situar de nuevo a Alemania en cabeza de la construcción europea y del liderazgo mundial. En términos muy parecidos se lo ha reprochado con gran severidad el ex ministro de Exteriores Joschka Fischer, que plantea la actual situación europea en términos dramáticos de elegir entre una mayor integración o la disolución del proyecto europeo y hace responsable de la inacción a la canciller.
Fischer recuerda los ejemplos de Kohl ante la caída del Muro y Schroeder ante los atentados del 11S para afear los escasos reflejos de Merkel, que según su parecer debió aprobar ya en febrero el paquete de rescate para Grecia. La canciller se encuentra ahora con que proliferan las críticas en su contra tanto en casa como fuera, dentro del Gobierno y de su propia coalición CDU-CSU y por supuesto en la oposición, y no digamos ya entre los socios europeos, que nunca habían visto hasta hoy una Alemania tan ensimismada, egoísta y euroescéptica. Fischer le da una segunda oportunidad a la canciller y se aferra para ello a su discurso en Aquisgrán con motivo de la entrega del Premio Carlomagno al primer ministro polaco Donal Tusk. Allí fue donde dijo que si el euro cae, cae el entero proyecto europeo. ?Que actúe en consecuencia?, ha dicho.
Nadie quiere nuevos cancilleres de hierro, pero tampoco sirven los de hojalata. Hubiera quedado muy bien como canciller del Clima, pero todavía sería mejor que Merkel quisiera y consiguiera llevarse el título de la canciller que nos sacó de la crisis.
(Enlace con la entrevista que le ha hecho Der Spiegel a Fischer.)

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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