
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
La egocracia es el régimen político de Narciso: yo, mi, me,
conmigo. Pero monarquía, despotismo, tiranía o dictadura no son las
palabras que mejor se ajustan para definir una forma de poder en la que
un solo hombre en solitario puede decidirlo todo, mediante una frase
transformadora que suele encabezar muchas de sus largas parrafadas: "Yo
quiero". La expresión es obra de un destacado político francés,
candidato presidencial centrista en 2007 y también hombre de letras,
François Bayrou, en su libro Abuso de poder, recién salido de
imprenta y dedicado íntegramente a aguarle a Nicolas Sarkozy el
aniversario de sus dos años en la presidencia de la República.
El argumento es tan claro como bien fundamentado: desde mayo de
2007, cuando ganó la elección presidencial, el Gobierno y su primer
ministro han sido borrados del mapa. "No tengo recuerdo de haber visto
un Gobierno tan maltratado y despreciado por el presidente que lo ha
nombrado", escribe Bayrou. Lo mismo vale para el Parlamento e incluso
para la función presidencial, "un poder que debe estar por encima de
los partidos, las querellas y los clanes" y ha sido ocupado, en cambio,
por un presidente partisano. Pocos discuten hoy en Francia esta tesis,
ni siquiera Sarkozy, que nunca ha escondido su ansioso protagonismo.
Bayrou sostiene que para el egócrata no es un obstáculo que se le
reconozca como tal. Al contrario: lo aprovecha "para dar miedo a quien
debe tener miedo". Pero "detrás de esta práctica hay una derrota de
nuestra idea francesa de democracia y de República", hasta ahora
regidas, según el autor, por la meritocracia del funcionariado de
Estado, que da los cargos a lo mejores, y no por el spoil system a la americana, que sitúa en todos los cargos públicos a los seguidores del vencedor.Bayrou
tiene sobrados motivos personales para atacar a Sarkozy, que le ha
vencido en las elecciones presidenciales y ha diezmado las filas del
centrismo llevándose a un buen puñado de sus partidarios a su UMP
(Unión para una Mayoría Presidencial) e incluso al Gobierno. Pero no
son únicamente las bajas pasiones que se le achacan desde el Elíseo las
que le han movido a lanzar un ataque furibundo contra el presidente. El
motivo central de la embestida en toda regla justo al empezar la
campaña para las europeas es su ambición presidencial. Bayrou se halla
ahora prácticamente en igualdad de intención de voto con la que fue
candidata socialista Ségolène Royal (20%, frente al 21% de esta
última); mientras que en abril de 2007, en la primera vuelta, obtuvo
18,5% de los sufragios, a siete puntos de Royal, después de remontar
unos sondeos que le daban sólo un 8% seis meses antes. Abuso de poder es en la forma una acometida contra Sarkozy, pero como mensaje electoral es una OPA hostil contra la izquierda y el socialismo.Con
este panfleto, bien escrito y trufado de la sabiduría literaria propia
del profesor de lenguas clásicas que es su autor, Bayrou se ha hecho
con la bandera más disputada y flameante que ondea hoy en las calles de
Francia: el antisarkozismo. Su iniciativa tiene un antecedente,
subrayado por muchos comentaristas sólo ver la luz: François Mitterrand
publicó un libro muy similar durante la campaña presidencial de 1964 en
la que se enfrentó con el fundador de la Quinta República, Charles de
Gaulle y le puso en ballotage, es decir, le obligó a pasar a
una humillante segunda vuelta a falta de una mayoría absoluta que el
glorioso militar consideraba descontada. El paralelismo con Bayrou no
es tanto el libro, titulado El golpe de Estado permanente y
dedicado también a denunciar el personalismo y los abusos de poder,
como el asalto de un Mitterrand, que también venía del centrismo, a las
filas diezmadas de la SFIO (Sección Francesa de la Internacional
Socialista), convertidas pronto bajo sus órdenes en el actual Partido
Socialista.Así lo han entendido todos cuantos tienen que
entenderlo. El envite de Bayrou ha sido recibido con preocupación por
unos y otros. Sarkozy quiere para las elecciones de 2012 una izquierda
dividida y a Royal de candidata. Esta última y la secretaria general
del Partido Socialista, Martine Aubry, temen una primera vuelta
presidencial en la que Bayrou descabalgue al candidato socialista, sea
quien sea, y se convierta él mismo en el candidato del centro-izquierda
frente al sarkozismo. Los sondeos ofrecen buenas razones para estos
temores: a un 41% de los franceses les gusta una alianza entre Bayrou y
el PS, cifra que sube hasta el 56% entre quienes votan a la izquierda.Narciso
Sarkozy sólo sabe hacer política con la declinación de la primera
persona del singular: yo, mi, me, conmigo. Bayrou quiere convertir ese
uso posesivo de la política en la palanca para sacarle del Elíseo.