
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Así como hay un periodismo de lo real, también hay un periodismo de lo probable. En realidad el trabajo del periodista circula de lo probable a lo verdadero: se trata de convertir un indicio en prueba. No hay, sin embargo, un periodismo de lo posible, por más que se empeñen los agitadores disfrazados de periodistas.
Era alérgico al dominio de lo posible, donde campa la literatura, y se encaramaba en el árbol de la verdad sin probarla. Cuando se incorporó a ese diario donde se hacen titulares de primera con sospechas, conjeturas e indicios, en el campo de lo posible, todos entendimos que su verdad no tenía que ver con la realidad, sino con la ontología.