Lluís Bassets
Lo más fácil es seguir, continuar, repetir. Para empezar hay que acabar antes con algo. Un nuevo comienzo, un nuevo día requiere ideas, proyectos y esfuerzos. Eso es lo que han decidido los ciudadanos norteamericanos con su voto del pasado martes. Una etapa cerrada: basta de Bush. Quizás más larga: basta con las ideas de Reagan. Y con dimensiones históricas: el sueño de Martin Luther King hecho realidad. Y otra abierta llena de incógnitas. No será muy distinta de lo que hemos conocido hasta ahora, dicen los agoreros, partidarios del eterno retorno. Los equipos de Obama se ocupan de lo contrario. Reagan habló de un nuevo comienzo, y lo consiguió. Obama tiene el mandato, la oportunidad, el impulso. Tiene también la inspiración, el temperamento, su imagen convertida en icono mundial.
Después de la euforia de la victoria, llega ahora la hora de arremangarse. Lo que Obama pueda hacer deberá hacerlo enseguida, en esos primeros cien días que marcan una presidencia. Pero los poco más de 70 días que le quedan hasta el 20 de enero son también importantes. Debe aprovecharlos para organizar los equipos y preparar una buena arrancada. Todo se lo juega en estos primeros meses, especialmente peligrosos en el escenario internacional. Buena parte de las grandes crisis se organizan en este periodo de cambio de líderes.
Así le sucedió a Kennedy con el desembarco de cubanos exilados apoyados por Estados Unidos en Bahía de Cochinos. La crisis de los rehenes americanos en Teherán marcó la transición de Carter a Reagan. Clinton se encontró con la intervención en Somalia decidida por su predecesor, George H.W. Bush. El fantasma de una crisis entre Irán e Israel ha merodeado durante todo este tiempo, pero de momento tenemos el anuncio de despliegue de misiles rusos en Kaliningrado, justo el día 5 de noviembre, como salva de bienvenida a Obama, que marca también algo evidente en todas las transiciones: es el momento idóneo para que los enemigos tomen ventaja del relativo vacío de poder.
De momento, ya tenemos respuesta a la pregunta insidiosa que lanzó Hillary Clinton acerca de quien descolgaría el teléfono a las tres de la madrugada en la Casa Blanca, ese teléfono de las malas noticias que requiere mucho juicio y nervios de acero. Será Rahm Emanuel, el jefe de gabinete designado de la nueva Casa Blanca de Barack Obama, equivalente en muchos aspectos al primer ministro. Emanuel es un tipo experimentado, que ya estuvo en la Casa Blanca de Clinton, donde negoció al Nafta; ha encabezado el grupo demócrata en el Congreso; y se le considera un duro, sin pelos en la lengua.
Habrá que seguir con atención esa transición americana, tan llena de dificultades y riesgos. El politólogo David Rothkopf asegura que "es como intentar cambiar de conductor en una autopista a altísima velocidad. Al menos hay un momento en que se presenta el máximo peligro cuando nadie tiene las manos asiendo firmemente el volante".
Pero no nos pongamos catastrofistas y regresemos para finalizar este texto a la alegría del momento. El cantante Will.i.am, autor del vídeo ‘Yes we can’, ha hecho otra producción y otra canción inspirada, que interpretó en la fiesta electoral de Grant Park en Chicago y presentó en un programa con Oprah Winfrey, con el título de ‘A new day’. La CNN, para demostrar que novedad y tecnología siempre van juntas, le entrevistó la misma noche electoral pero a través de imagen holográfica. Estamos en un nuevo comienzo, estamos viendo cosas extraordinarias y veremos todavía muchas más. (Desde donde escribo no puedo colgar los enlaces con los dos vídeos: podéis buscarlos en youtube.com)