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Perverso y genial

Por 7 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

De vez en cuando por aquí aparece alguien que se firma Marny, aunque cambia la caligrafía siempre me recuerda a Marnie, la famosa ladrona de Hitchock. A la elegante y fascinante, Tippi Hedren. Que es mucho más que la madre de Melanie Griffith o la suegra de Antonio Banderas. El genial director se encontró una mañana mirando la televisión con la joven Tippi que hacia un anuncio publicitario sobre un complemento para la dieta. No era actriz, apenas unos anuncios y alguna fugaz aparición en olvidables series de televisión. Fue Hitchcock el que la inventó. La deseaba, sin ser correspondido, algo que ya era habitual en su biografía, con otras muchas, con las famosas "rubias" de su cine. Ahora Donald Spoto, biógrafo de muchos mitos del cine, autor de una biografía del propio Hitch, acaba de publicar, en Lumen, un libro sobre esa historia de pasiones, torturas, amores y desprecios que el genio del suspense sintió por las mujeres.

Era un tipo genial. Y era un perverso. Un enfermizo tipo que tuvo obsesiones indisimuladas en la vida y en el cine. Aquí se repasan sus más conocidos y sonoros fracasos amorosos, que sin embargo dieron excelentes frutos en el cine./upload/fotos/blogs_entradas/detalle_del_peinado_de_kim_novak_en_el_filme_vrtigo_1958_de_alfred_hitchcock._med.jpg

Tiñó de rubias, entre otras, a Madeleine Carrol, Joan Fontaine, Ingrid Bergman…Y cambió los peinados de Kim Novak, Grace Nelly, Eva Marie Saint o Tippi Hedren. Estaba claro que le fascinaban las rubias. Le fascinaban y también las maltrataba. Una historia de pasiones no correspondidas, de amores y venganzas, de admiración y desprecio. Su tercera película se llamó El enemigo de las rubias, una historia de un asesino en serie de un cierto tipo de mujeres. Algo muy cercano al verdadero sentimiento del perverso Hitchcock. Un genio incorrecto. Un complejo asesino de mujeres en la ficción. Aunque en la vida le gustaba ironizar con algún comentario tan expresivo como el que expresaba en los años treinta: "El problema en la actualidad es que no torturamos lo bastante a las mujeres".

Un comentario indefendible. Y sin embargo, a su manera, hizo todo lo que pudo para cumplir ese precepto. Un perverso. Y un genio. 

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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