Lluís Bassets
Acompañar a Bush en guerra ha sido su última heroicidad. Todavía paga los platos rotos. Por eso no hay nada que más deteste que quienes desfilaron contra Bush por la guerra.
Hay algo enternecedor en el antiprogre. Ha perdido tantas veces que no quería perder una vez más. Creyó que su apuesta definitiva sería la vencedora, pero no se dio cuenta de que precisamente porque la creyó definitiva no podía ser vencedora.
El antiprogre merece toda la indulgencia: muy oportunista ha sido para haber llegado hasta aquí pero no es suficientemente oportunista como para seguir y seguir hasta volver a ser progre.