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El terremoto que se prepara

Por 24 de diciembre de 2011 Sin comentarios

Lluís Bassets

Las placas tectónicas se desplazan lentamente, hasta el momento en que chocan y se produce el temblor de tierra que rompe la corteza terrestre. En 2011 se han producido varios temblores, que han derribado Gobiernos y dictadores, cambiado regímenes y sembrado la alarma en muchos países. Pero las placas tectónicas siguen desplazándose, y lo hacen además en una sola dirección, de forma que la tensión se concentra ahora en un punto donde crece la amenaza de un terremoto mayor que los anteriores.

Este punto se halla en la región del golfo Pérsico, donde confluyen numerosas líneas de conflicto. Ahí está Siria, donde la población está movilizada contra la dictadura de Bachar el Asad y al borde de la guerra civil, con 5.000 ciudadanos que han perdido la vida en las revueltas. También Irak, donde regresan los atentados apenas unas horas después de que se fuera el último soldado de Estados Unidos y el primer ministro chiita, Nuri al Maliki, empieza la persecución sectaria de los suníes que participaban en el Gobierno apuntalado por la ocupación.
La guerra de Irak rompió los equilibrios de poder en la zona en favor de una de las tres potencias regionales, nada menos que Irán. El régimen de los ayatolás persas cuenta ahora con un área de influencia que se extiende hasta el Mediterráneo, con Irak en manos de la mayoría chiita, Siria de la dictadura amiga alauí y Líbano donde el partido chiita Hezbolá es una fuerza fáctica y de gobierno ineludible.
Los enemigos de Teherán ven la larga mano iraní en las revueltas de Bahrein y los conatos de protesta en las regiones orientales de Arabia Saudí, donde hay población chiita. De ahí la actuación 'soviética' de los saudíes, junto a tropas de Emiratos Árabes Unidos y de Pakistán, en la invasión de Bahrein para salvar a la monarquía amiga y vasalla de los Al Jalifa ante el impulso de la revuelta.Pero la palanca iraní más amenazante y temida por los vecinos es el programa nuclear, que desafía a dos poderes nucleares larvados: el de Israel, con sus armas no declaradas, y el de Pakistán, estrecho aliado de Arabia Saudí y único poseedor de la bomba nuclear islámica.
A Teherán no le interesa que caiga Asad, por temor a una república suní patrocinada por Arabia Saudí. Esta, a su vez, apoya las revueltas sirias, pero las teme en su casa y le preocupa que un Bagdad exclusivamente chiita viré hacia Teherán. No se puede descartar para ambos países un destino de división que sea malo para todos.
Irak, cuarteado entre kurdos, chiitas y suníes, es una pesadilla para Turquía. También lo sería una división sectaria y étnica de Siria, donde de nuevo los kurdos suscitan los peores temores de Ankara. Al fondo de esta partida, Israel observa, cada vez más aislada y con preocupada contención, un desplazamiento de poder lleno de incógnitas que cuestionan su propio futuro. Todos temen al Big One que se cierne sobre Oriente Próximo.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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