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El puñetazo de la mano invisible

Por 8 de junio de 2010 Sin comentarios

Lluís Bassets

El recorte británico estaba en el guión. No lo estaba el alemán, al menos con las dimensiones y el impacto social que le ha querido dar Merkel. Es el mayor desde la Segunda Guerra Mundial y consecutivo a las reformas encadenadas de Schroeder y Merkel I, la llamada Agenda 2010 y los sucesivos planes Hartz del I al IV. Para ajuste del Estado de bienestar el que habrá hecho Alemania en apenas diez años. La podadora germánica tiene una evidente vocación de ejemplaridad: servirá para seguir exigiendo más y más cortes a países como España. Nos podemos preparar y puede prepararse Zapatero. También Rajoy, ¡ojo! No se sostiene que la derecha española quiera presentarse como el partido de los trabajadores y de los pobres y que sus órganos periodísticos estén piafando ante la huelga general que se prepara. Su hambre de Moncloa puede terminar con sus enormes posibilidades de llegar a la Moncloa.

La frase que lo explica todo deberá ser cotejada y comprobada. Al parecer es de Zapatero aunque parezca de Felipe González (quizás significa que finalmente está aprendiendo): ?Íbamos a reformar los mercados y los mercados nos han reformado a nosotros?. La mano invisible nos ha dado un puñetazo en plenas narices. A Zapatero, pero también a quienes como Sarkozy pretendían reformar el capitalismo, o como Díez-Ferrán pedía una tregua a las reglas del mercado. No es cuestión de exculpar al joven presidente, porque ha trabajado a conciencia para encontrarse con lo que ahora tiene, sobre todo a la hora de elegir a sus equipos y de prescindir de fusibles. Pero esta hecatombe económica (crisis es una palabra de tan usada que queda cada vez más corta) le supera por todos los lados porque es plenamente europea, ya que golpea al euro con saña, afecta al mismo proyecto europeo y coincide con el momento en que más claramente se percibe el declive europeo en el mundo.
Hay que recortar gasto y subir impuestos, así de claro. Las fórmulas unilaterales no valen: se acabó la polémica entre quienes sólo querían reducir el gasto y quienes sólo querían aumentar ingresos. Hay que hacer ambas cosas a la vez. Más descartadas todavía quedan las ideas originales de quienes querían aumentar el déficit o recortar impuestos, aunque se ha hecho una cosa y la otra a lo largo de la crisis. Quien gasta más de lo que ingresa tiene que ajustar las cuentas algún día, así de sencillas son las cosas y esta visión germánica de la salida de la crisis que ahora se está imponiendo.
Es verdad que si no hay nada más que acompañe a la podadora, podemos enfrentarnos a una deflación durísima y un estancamiento japonés de diez años. Pero ahí es donde Europa debiera empezar a existir, como mínimo con la recuperación de aquel programa de Lisboa, ahora Agenda 2020, que debía convertirnos en los más competitivos y productivos del mundo. Merkel quiere invertir en investigación y desarrollo y no bajar el gasto educativo; los países más pobres no podrán hacer probablemente ni una cosa ni otra. Ahí es donde necesitamos más Europa: objetivos europeos, inversiones europeas y convergencia europea. El euro y Europa deben seguir funcionando en una calle de doble dirección.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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