
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
El periodismo perfecto es aquel en el que quien escribe tiene como fuente y objeto de su artículo a sí mismo. No hay posibilidad de equivocarse.
De ahí que sea un caso único: notifica a sus lectores todos los premios y galardones que ha recibido, los honores y conferencias de que ha sido objeto, los encuentros con famosos, y todo como sin darle mayor importancia, sólo de pasada.
Considera que lo que a él le pasa es lo único interesante que sucede en el mundo. Y cuando pasa algo que aparentemente no tiene que ver con él siempre consigue al final asomar su cabeza monda en la más rabiosa actualidad. Si Flaubert era Madame Bovary, él es la actualidad. Lo demás son manipulaciones de los enemigos políticos y de la competencia.
Encabezaba su periódico cada día con una sentencia moral. Y luego se permitía todas las inmoralidades. Era la enseña de su peculiar profesionalidad.