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El ciego es rey

Por 2 de enero de 2011 Sin comentarios

Lluís Bassets

No nos basta con el tuerto. Ve demasiado. Hay que poner directamente al ciego al frente, para segurarnos que hemos tomado exactamente el recorrido más difícil y errado. Es lo que sucede con la presidencia semestral de la Unión Europea desde que entró en funcionamiento el Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, tres a estas alturas, la española en el primer semestre de 2010, la belga en el segundo y la húngara, que ahora empieza, en la primera mitad de 2011.

El primer semestre de la presidencia española empezó con la crisis y el persistente negacionismo del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ya no sobre su existencia, sino sobre sus efectos en la economía española; y terminó en propiedad aquella noche del 9 de mayo en que fue la UE en su conjunto, con Alemania al volante, la que tomó las decisiones drásticas a las que no se había atrevido nadie en España.
El trimestre belga ha sido notable. Bélgica no tiene gobierno desde el 26 de abril de 2010 y ha conseguido atravesar su entera presidencia sin tenerlo todavía. Los resultados de las elecciones de 13 de junio obligaban a gobernar juntos a dos partidos casi metafísicamente incompatibles, como son los socialistas valones y los nacionalistas flamencos de la Nueva Alianza Flamenca, o a buscar una fórmula de gobierno mucho más difícil en un parlamento cuarteado y dividido. La amenaza de secesión ha crecido durante la presidencia europea, con no poca ironía: cada presidencia parece ejemplificar lo contrario de lo que debe hacer, en este caso la ausencia de gobierno para gobernar Europa y la falta de consenso y el separatismo para promover la unidad europea.
Faltaba el caso de Hungría para poner las cosas todavía más difíciles. El gobierno derechista de Viktor Orban se estrena como presidente europeo con la aplicación de una ley sobre medios de comunicación, que introduce controles y censuras insólitas hasta ahora en territorio de la UE. Prevaliéndose de una victoria electoral arrolladora, que ha dado a su partido Fidesz más de los dos tercios del parlamento, Orban está gobernando a su aire, tentado por políticas populistas y antieuropeas.
En 1993 la UE fijó las condiciones para el ingreso de nuevos miembros, en previsión de una oleada que incluyó a Hungría. Eran tres los criterios fijados en la cumbre de Copenhague: la preservación de los derechos humanos y de la democracia; el funcionamiento de la economía de mercado; y la aceptación del entero acervo legal de la UE. No es seguro ahora que Hungría pudiera cumplirlos. No es el único país que tendría dificultades para pasar aquel examen. Pero probablemente tampoco lo pasaría la UE considerada en su conjunto como un país.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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