
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Turistas, muchos turistas. De Florida y de Nueva York. De California y de Illinois. De todos los estados de la vecina Unión. Con familia cubana de momento. Primos, tíos y hermanos, cargados de regalos, con los bolsillos llenos de dinero y el corazón generoso para gastarlo. Paquetes, muchos paquetes, con ropa, con productos de primera necesidad. ¡Venga billetes de avión para La Habana! ¡Venga vouchers de hotel! ¡Venga bultos para los correos y mensajerías! Éste es el registro cotidiano, despolitizado, menor, pacífico, de la mayor acción política que está preparando el pueblo cubano de las dos orillas, la de Florida y la de la isla, en pos de su libertad y de su bienestar. Quien va a soltar esta riada de afecto y de relaciones humanas, este impulso al consumo y a la economía, es la decisión presidencial de levantar casi del todo el embargo norteamericano sobre la República de Cuba.
Conocemos los efectos de este tipo de acciones: en los años 60 el páramo hispánico se vio invadido por el turismo europeo, que nos trajo costumbres e ideas más libres y frescas; mientras el milagro alemán atraía a cientos de miles de trabajadores, que aprendieron en poco tiempo unas lecciones elementales de democracia y de sindicalismo, muy pronto trasladadas a sus pueblos y barrios. La integración de España en Europa y la transición empezaron entonces. Al igual que en Cuba, donde ahora empieza seriamente el camino hacia su integración americana y su transición hacia un régimen de libertades individuales, de división de poderes y de democracia representativa. Esperemos que nadie pueda parar esta avalancha pacífica y amistosa destinada a liberar a la isla. Amigos cubanos: ¡Feliz y rápido viaje!
(No hay que conformarse. Este embargo que limita las relaciones familiares es de nefastos efectos, tal como ha documentado HRW, en las relaciones entre parientes. Pero hay que exigir más: que todos los ciudadanos norteamericanos puedan viajar a la isla. Cuantos más, más cerca la democracia y la libertad. Pero cuidado. El régimen no se quedará de brazos cruzados).