Lluís Bassets
Décimo debate entre los candidatos republicanos a las elecciones primarias de la que saldrá quien rete a Obama en noviembre de 2012, y primero dedicado a la política exterior de Estados Unidos, la superpotencia única que se enfrenta a la mayor redistribución de poder mundial de los últimos veinte años y al reto a su propio liderazgo por parte de China. Son siete hombres y una mujer los que aspiran a protagonizar el desafío al primer presidente afroamericano de la Historia y al político demócrata que suscitó mayores esperanzas y expectativas de cambio desde John Kennedy.
El punto de partida del debate dice más sobre las ideas de estos candidatos y de su partido que las preguntas de los dos periodistas y las correspondientes respuestas: no se examina exactamente al presidente elegido por los ciudadanos, sino al comandante en jefe del ejército de los Estados Unidos; y los temas de los que se discute se presentan todos ellos como cuestiones que afectan a la seguridad nacional. Es asombrosa la capacidad de simplificación que demuestran la mayoría de los candidatos, que observan el mundo como un territorio normalmente hostil en el que lo primordial es separar a los enemigos de los amigos y exhibir la fuerza militar de que dispone la superpotencia.
Este hecho se explica en buena parte por la militarización de la política internacional, propugnada por los neocons y comprada íntegramente por el partido republicano, y también por un amplio sector de la opinión pública, demócrata incluida, tan arraigada como para convertir en temas totalmente secundarios las relaciones diplomáticas, la cooperación y el multilateralismo. No puede extrañar, por tanto, que la discusión sobre la tortura, practicada durante la presidencia de Bush para combatir al terrorismo, siga ocupando un lugar central en el debate republicano, cuestión que solo rechazaron radicalmente los dos candidatos más marginales, el libertario Ron Paul y el ex embajador de Obama en Pekín, Jon Huntsman.
El repertorio de ideas lunáticas, raras o erróneas que pueden ofrecer estos candidatos republicanos a las primarias es extraordinario, fruto en buena parte de los casos de su ignorancia supina o incluso su desinterés por temas y países muy alejados de sus bases y de sus circunscripciones. Contrasta duramente con el momento convulso del panorama del mundo: el ascenso de Asia, la crisis de Europa, las revueltas del mundo árabes, cuestiones todas ellas que apenas interesan a estos políticos, si no es estrictamente por el tamaño al que puede quedar reducido su campanario.
Rick Perry propone partir de cero en la ayuda militar exterior que proporciona Estados Unidos a sus innumerables aliados para obligar a aceptar las condiciones que correspondan a los intereses estadounidenses. Herman Cain señala que China se halla a punto de obtener el arma nuclear y se siente incapaz de saber si Pakistán es un país enemigo o un aliado. Mucho más significativo es el apoyo de los dos candidatos más serios, Newt Gingrich y Mitt Romney, a las acciones militares contra Irán en caso de que no funcionen las sanciones al régimen y la ayuda a la oposición. Ambos apoyan también la realización de acciones encubiertas para derrocar al régimen sirio der Bachir el Assad.
Todos critican al actual presidente y evitan en cambio los enfrentamientos entre sí, siguiendo una consigna muy bien expresada por Gingrich: ?Estamos aquí esta noche para explicar al pueblo americano que cualquier de nosotros es mejor que Barack Obama?. No es fácil que esto suceda en el capítulo de la política exterior, donde Obama obtiene las mejores calificaciones de sus conciudadanos, sobre todo en relación al terrorismo, en abierto contraste con el bajísimo nivel de aprobación que obtiene por la gestión económica.