
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Tiempo habrá para analizar la guerra desencadenada por Israel sobre Gaza, este territorio sin Estado, administrado por una fuerza terrorista, donde vive un millón y medio de personas sin derecho alguno, ni siquiera a la vida. Leo en las frases crueles de un columnista cuyo nombre prefiero olvidar que se trata de ‘enemigos no combatientes’. Todo está dicho y condensado en una idea que osa expresarse así. No merece más comentarios: el artículo se titula ‘Claridad moral’, y por supuesto a esos hijos y mujeres de los dirigentes terroristas que han muerto en los ‘bombardeos selectivos’, a sus vecinos, a ese 20 por ciento de población civil alcanzada en cada ataque, a esos reclutas de la policía palestina de Hamas salidos del desempleo y de la miseria, el columnista les quita incluso el derecho a la inocencia en nombre de una moral que quiere dejar a las víctimas absolutamente despojadas. No tienen quienes les gobiernen decentemente. No tienen derecho a un Estado que les proteja. No tienen razón alguna. No tienen ni siquiera derecho a la piedad, altamente sospechosa. Esta desposesión absoluta, esta desnudez ante la historia y ante la moral me suenan de forma inquietante… Sólo me consuela que estos despiadados comentarios se pueden leer en la prensa norteamericana y que lo que leo en Haaretz, mi periódico israelí, está inundado de lágrimas y de dolor, aún entre los que apoyan, que son muchos, el derecho de Israel a defenderse incluyendo acción de represalia contra Hamas.