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Chávez, en su mausoleo

Por 9 de marzo de 2013 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

Es una de las grandes paradojas de la izquierda autoritaria. Combate la religión y la teocracia, pero termina convirtiéndose en culto religioso y en teocracia. Los antecedentes citados por Nicolás Maduro lo avalan: Lenin, Mao, Ho Chi Minh? Se olvidó de Kim Il Sung. La sorpresa es que sea una izquierda que se dice del siglo XXI la que opte por esa religión del pueblo, en la que el líder carismático es ofrecido a las oraciones de los fieles en carne embalsamada para toda la eternidad.

Lo más interesante del viaje que ahora empieza es que el cadáver de Chávez en ascenso se puede cruzar con el de Mao en descenso en su cotización religiosa ante las masas populares. Muchos son los observadores que pronostican para esta década la retirada del mausoleo del Gran Timonel, que ahora ocupa el centro de la plaza de Tiananmen en el corazón de Pekín. El buen presagio surge de la llegada del nuevo líder Xi Jinping al poder en los mismos días en que Chávez se despide. El día en que China mande a Mao al infierno habrá llegado al fin la libertad para los chinos. Tal es la fuerza del talismán expuesto en el ombligo de la República Popular.

Lo mismo sucederá con el cadáver de Chávez, elevado al altar del culto revolucionario patrio después de su martirio crístico en La Habana, por causa del virus imperialista, en una operación que tiene tanto fondo estratégico e ideológico como cálculo oportunista y tacticista. El culto a Chávez es la forma política que adopta la perpetuación del chavismo a través de Nicolás Maduro, sucesor designado por el propio Chávez por encima y al margen de la Constitución.
La Operación Mausoleo, de inconfundible matriz bolchevique, viene aconsejada por un sabio conocimiento de la historia del socialismo real que solo en Cuba se mantiene con vigor. Lenin fue embalsamado, su cerebro extraordinario troceado en láminas para su estudio por la ciencia y el culto organizado en la Plaza Roja de Moscú, en una maniobra de Iósif Stalin para consolidar su poder personal por encima de la entera vieja guardia revolucionaria, León Trotski incluido.

Populismo es una palabra corta y simple. No sirve. La gestión de la enfermedad de Chávez, las elecciones del 7 de octubre ganadas ampliamente en una tregua del cáncer, la rápida recaída que impidió la toma de posesión, el nombramiento de Maduro como sucesor, señalan al difunto embalsamado como una pieza fundamental del formidable golpe chavista.
Del cadáver santo emana el nuevo poder bolivariano que se perpetúa, y no precisamente de la Constitución promovida por el mismo Chávez, de cuyas cláusulas sucesorias podía deducirse cualquier cosa menos el dedazo con el que Maduro ha obtenido el poder supremo y todas las herramientas para ganar las elecciones y perpetuarse en el poder quién sabe si a imitación del padrecito de los pueblos.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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