
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Primero fue Grexit: los griegos se salen del euro y regresan al dracma. Y abandonan también la Unión Europea, deducen algunos. Fue una hipótesis muy seria, sostenida y al principio sugerida por los alemanes, que luego la han descartado. Al menos, momentáneamente.
Luego aparece Brexit, la idea de que sea el Reino Unido de la Gran Bretaña el que salga de la Unión Europea, ya que no de un euro del que no forma parte ni tiene intención de adoptar. Momento crucial para la idea fue la cumbre europea de diciembre pasado, cuando su primer ministro David Cameron decidió rechazar el fiscal compact, el pacto fiscal europeo propuesto por Merkel para salvar al euro.
Brexit cuenta con un partido que la defiende y tiene cada vez más predicamento en la opinión británica. Se llama, cosa curiosa, Partido de la Independencia, que habla y actúa como si Reino Unido hubiera entrado a la fuerza en la UE y obliga a los conservadores a la radicalizarse. En la medida en que la Unión Europea vaya avanzando hacia la unión bancaria, fiscal y presupuestaria, tomará cuerpo la salida británica de la UE y la celebración de un referéndum para decidirla.
A mitad de todo esto aparece Catexit, la idea de una salida de Cataluña de la Unión Europea, como resultado de su salida de España. Dos salidas en una y muy distinta de las dos anteriores. De entrada, el soberanismo la ha descartado, incluso en su consigna de un Estado propio dentro de la Unión Europea: Catexit debe limitarse a salir de España.
Cuando se ha visto que no era tan fácil hacer una cosa sin hacer la otra y que no funciona la idea de una ampliación interna de la UE que permita a Cataluña salir de España y convertirse a la vez en miembro de pleno derecho, ha empezado la especulación con un estatuto especial como país usuario del euro sin ser miembro de la UE: Catexit, a diferencia de Grexit, no es salir del euro y, a diferencia de Brexit, no es salir de la UE.
Catexit no tiene por el momento partidarios radicales, es decir, quienes propugnan directamente la salida de la UE y a la vez de España, y más bien sucede lo contrario, a medida que se hace más difícil pensar en la salida de la UE se pone cuesta arriba la salida de España. Esto sucede también en las encuestas. Los partidarios de la independencia descienden súbitamente si implica la salida de la UE.
El propio Artur Mas, cuando tuvo que abordar el tema europeo este lunes pasado con los miembros del Instituto de la Empresa Familiar, habló de España refiriéndose a ?nuestro país?. No habrá Catexit. De ninguna manera. Nadie lo quiere respecto a la UE. Y para obtener un Estado propio dentro de la UE o algo que se le parezca, Mas no tendrá que buscar aliados, amigos y comprensiones en Bruselas, sino precisamente en Madrid, de donde salen precisamente todas las rupturas, enemistades e incomprensiones que explican la demanda de ese Estado propio.