
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
De una parte, los augures. De la otra, los registradores. Todos se equivocan. Los primeros, por definición (la moda de este año es la confesión pública de los errores predictivos). Los segundos porque no pueden retenerse hasta el último momento: este año ya pasado de 2008 con la crisis financiera y la elección de Obama estará marcado por la catástrofe bélica de Gaza, con el agravante de que 2009 también lo estará y que lo que se discute es hasta dónde marcará a Obama esta sorpresa de la transición presidencial, el hecho inesperado que se produce mientras un presidente ya prácticamente se ha ido y el otro todavía no se ha instalado. El silencio de Obama es ahora ruidoso: si ya se ocupa de la economía, ¿por qué no debería ocuparse de Oriente Próximo? A fin de cuentas las cosas han ido tan mal también gracias a Bush, por lo que tendría perfecta justificación una reacción prematura del presidente electo. La conferencia de Anápolis, organizada más para Bush que por Bush, a la que no se quiso invitar a Hamas, ya se ha visto en qué ha terminado. Mejor no revisar los titulares de prensa que arrancó la Casa Blanca con motivo de aquella solemne e inútil conferencia.
Pero lo definitivo respecto a los balances es la perspectiva. ¿Por qué debemos tomar como referencia el momento arbitrario en que cambia la cifra del año? Como si la rotación de la tierra alrededor del sol se acompasara con el transcurrir de la vida de los habitantes del planeta. Esta referencia se sitúa en el mismo territorio esotérico en el que se fabrican las profecías, los augurios y los conjuros. No hay, por tanto, augurios ni resúmenes del año calificables para el conocimiento racional. Si queremos perspectiva debemos buscar un montículo mejor acreditado y un período quizás más largo. Chu En-lai aseguraba que nos falta perspectiva para juzgar la Revolución Francesa, ¿cómo podemos juzgar lo que acaba de suceder en un año y además empezar a adelantar los balances a mitad de diciembre?
¿Invalida todo esto los ritos de esta noche, esas ceremonias supersticiosas que se reproducen en todas las latitudes? Al contrario, augures y visionarios, cronistas del año y echadores de cartas se encuentran perfectamente cómodos en la plaza donde se amontonan todo tipo de caracteres y mentalidades, incluidas las más racionales, para celebrar con el rito anual algo más profundo y común a todos. Si unos celebran las conexiones con el más allá, todos se añaden a una fiesta que festeja y conjura la partida hacia el más allá: un año más estamos aquí, dispuestos a seguir gozando de la vida. Una persona tan seria y notable como Helmut Kohl, canciller de la República Federal de Alemania desde 1982 hasta 1998, ha dejado entre muchas otras cosas, una frase célebre, útil para estos días y probablemente para siempre: "Hay una vida antes de la muerte que todo cristiano, protestante o católico, tiene derecho a disfrutar".
Este blog pasó ya hace un año su primer rito calendario de fin de año. Lo hizo con el comentario y la recomendación de un extraño filme alemán hablado en inglés, ‘Dinner for one’. La frase más célebre del corto, que puede verse en youtube y cuyo contenido ya expliqué entonces, se adapta como un guante a las necesidades rituales de estas fechas: the same procedure as every year. Mis mejores deseos para todos y mi propósito de repetir el rito, si la fortuna acompaña, dentro de un año. ¡Feliz 2009!