Julio Ortega
Carmen Berenguer (Santiago de Chile, 1946). Obra poética.
Santiago, Cuarto Propio, 2018. Prólogo de Eduardo Espina.
Los libros de Berenguer, la poeta chilena que prosigue a Gabriela Mistral con renovado aliento vivencial, mundanidad inmediata y cierto hiperrealismo visionario, se pueden, por fin, visitar entre sus varios pisos casi ecológicos por terrenales, materiales y políticos. Quien haya leído algunos poemas suyos reconocerá en cualquier otro suyo el timbre urgido, la demanda de mundo, y la apasionada solidaridad con la historia social de violencia ejercida contra el cuerpo de la mujer; esto es, contra sus derechos a piso y paso, y no sólo a un cuarto propio. Más sarcástico que irónico, su coloquio maduro avanza como un sistema no sólo oral, sino hecho en la duración de la voz mutua. Por ello, sus trazos de habla respiran, palpitan, y desencadenan un discurso de la mujer latinoamericana (tantas veces marginal); posicionada en lo específico, despliega con vigor, ironía y certidumbre, una dimensión de la oralidad que no ha llegado a la literatura sino como ruptura del código. En sus libros, sin queja y con furia, esa voz alerta actúa como presencia y suficiencia del balance, el testimonio, la confesión, la protesta, así como la oración y el canto, pero también la sátira y el escarnio. Se puede demostrar que esta plaza tomada por la oralidad empieza con el coloquio popular, cierne el desenfado beatnik, reapropia el demótico cifrado en las pintas de la protesta política. Se propuso, y lo logró, hacer hablar a la ciudad. Por lo demás, Carmen Berenguer nos hace lugar en su conversación con Villon y Ginsberg, Janis Joplin y Nicanor Parra… Su rebeldía viene de lejos y su demanda nos incluye. Entre burlas y veras del sistema literario, su desenfado es un corto-circuito de la institución de las Letras a nombre de la humanidad de la palabra común.
Lo dice tal cual:
“La poesía, mis amigos y amigas, no son deberes verbales, ni siquiera verdades…La poesía no tiene mandato, ni ley ni orden. Y como sé que amáis al decadentismo formulario…sois culposos. Y como amáis la fe sois arrogantes. La poesía no tiene nada que ver contigo.“
Una poeta mayor, amiga de las Furias. No escapa a su dictamen la misma mundanidad de la obra:
Cómo vas a presentarte ante mí de esta forma tan impía
tan dulce y sofisticada como la locura
dispuesta a hablar bajo el imperio de los sentidos últimos
de una muerte dispersa
Oh fatua repentina de cabeza laxa
expuesta a la indulgencia de aquél que atraviesa a la deriva