Julio Ortega
I. “La plata entra sola”
El presidente peruano Alan García definió la política con una frase que el país ha asumido como la del año: “La plata entra sola.” Se la dijo a Jaime Bayly a propósito del sueldo de un presidente del Perú. Buscando sacar el pie del pozo, aclaró a la prensa que, en verdad, le había dicho a su amigo que es después de ser presidente que la plata entra sola.
El Perú crece económicamente más que cualquier otro país de la región pero, inversamente, el indice de percepción de la política aumenta su desvalor. ¿Cómo se explica, se preguntan los expertos, que el éxito económico del sistema sea tan grande como el desprestigio del sistema? El esperado “goteo” es demasiado lento, y el índice de la pobreza pasa del 30% de la población. El país está económicamente, es verdad, mejor que nunca; pero, moralmente, nunca ha estado peor. La corrupción ha terminado siendo aceptada como fatal: se ha hecho intrínsica al sistema. Todos los candidatos a las prontas elecciones prometen combatir la corrupción, y quiero creer que casi todos están empeñados en ello; pero el hecho de que el fujimorismo sea una de las cuatro principales fuerzas en competencia es un síntoma alarmante. La conversación, como en todas partes, se ha vuelto incivil: la corrupción reparte infamia en su gran teatro del mundo mercantil.
El psicoanalista Jorge Bruce ha diagnosticado la enfermedad: “Es esquizofrénico pregonar el éxito económico sin mencionar que somos el primer productor de cocaína del mundo. Una proporción considerable de la masa monetaria que circula, en toda suerte de inversiones y gastos, es dinero manchado de blanco…una de las filtraciones de Wikileaks indica al actual jefe del ejército como uno de los militares captados por el narco. Lo cual no sorprende a nadie.”
No estoy seguro de que la información de Wikileaks sea un tribunal de la verdad, aunque tampoco se puede trivializar sus revelaciones. El trabajo diplomático cultiva la épica del chisme, pero no se podría negarle a nadie la libertad de hacerlo público, si uno cree ejercerla como derecho democrático. Mi libertad no es mejor que la tuya, quiero decir. Pero que la droga ha sido protegida por las fuerzas del orden es un hecho denunciado, aunque sin consecuencias, desde dentro del mismo estado. Bruce lleva razón cuando advierte la gravedad del caso:
“Limitarse a hablar de crecimiento económico sin mencionar esta fuente inagotable de dinero sucio es un acto psicótico. Creer que la corrosión del tejido social generada por el narco va a permanecer en los linderos de los valles de producción, centros de acopio, laboratorios y vías de distribución es de una frivolidad criminal…No podemos seguir hablando del modelo –ese que tantos comentaristas declaran intocable– ignorando ese reverso obsceno y violento.”
Se trata, así, del lenguaje, del valor que tú des a las palabras. El sociópata cree que todos son culpables pero no siempre está, como el asesino de Tucson, armado. La violencia verbal contamina la esfera pública, esa trama de las comunicaciones y la política. Y desnuda la subjetividad perturbada de quienes denigran aquello que supuestamente los niega. Esa negatividad divide el espacio social en buenos y malos, degradando no la diversidad social y humana, sino el lenguaje.
Mirko Lauer piensa que la crítica de la corrupción se ha convertido en el espacio de debate porque, al no ser ideológica, la competencia electoral no se decide en un cambio del sistema sino en su mejora social. Los partidos de centro izquierda son los más exigentes en la demanda de transparencia política, anulación del actual pereclitaje de delitos de corrupción, y control de las contribuciones partidistas. Lo que está en disputa, así, es la definición del centro.
En español, todavía estamos lejos de desearle lo mejor a quien gane las elecciones. Quizá porque todavía creemos que las ganaremos destruyendo minuciosamente al rival imaginario, ese espejo monstruoso.
II. Una modesta proposición
Excusa la deformación profesional, pero te propongo una hipótesis: la corrupción es el reverso del modelo económico dominante. Es un modo de sobrevivencia de los que no se han beneficiado, ni mucho menos, con las inversiones y las exportaciones; y un principio de acumulación de los gestores del modelo. La suma de las ganancias de inversión (de muy baja tasa y nula reinversión) es inversa a la resta en pobreza, servicios, educación, comunidad y sensibilidad ética. No se trata solamente de la brecha entre ricos y pobres, sino de la regresión civil, la delincuencia y el desvalor de la solidaridad, que es el lado oscuro del mercantilismo, patente en el culto del exitismo y en la violencia cotidiana. Tampoco se trata sólo del mercado (las formas del intercambio en el mercado regulado, lo sabemos, promueven la individualización de los sujetos, la horizontalidad civil) sino de la comercialización regresiva de la vida cotidiana. Este mercantilismo autoritario, termina determinando el valor hasta de lo que no tiene precio. En esa sociedad sin comunidad, el mercado es sustituido por el marketing. No ha de extrañar, por lo mismo, que el gobierno peruano haya preferido declarar este 2011 “Año de Machu Picchu” para fomentar el turismo, en lugar de consagrarlo a José María Arguedas, quien cumple cien años. Mucho mejor así tratándose de un escritor que creyó en la suma de las naciones de un país donde cualquiera, dijo, podría ser feliz, si no ha sido “corrompido por el egoísmo.”
III. Para un diccionario panhispánico
Leyendo sobre estos temas, he encontrado que debajo del debate político actual en el Internet hay un léxico sobre la corrupción, del cual anoto algunas acepciones. Descarto insultos, y atiendo al uso, de regusto hiperbólico. No dudo que tú tienes otras acepciones que separen imparcialmente el grano.
Política: “Arte de combatir a los animales,” Platón
Nacionalismo: “El último recurso del pillo,” Dr. Johnson. Otras versiones prefieren “canalla,” “truhán,” “bribón,” “pícaro,” pero “pillo” me gusta más para sugerir la manipulación sentimental de una ideología arcaica
Nacionalismo de izquierda: Monstruo de dos cabezas
Inmunidad parlamentaria: Impunidad
Candidateable: Que aguarda ofertas
Chorreo: Goteo prometido
Piloto automático: Intelectual multiempleado
Ultrasubevaluados: Terrenos de precio falso
Caciquismo académico: Ansiedad de herencia, endogamia
Turista electoral: “Votante aburrido de su candidato favorito, ensaya otro,” M. Lauer
Politica: “Arte de impedir las revoluciones,” Aristóteles
Sin bandera: Narcocapitalista
Regalías: Ingresos extras
Internet gratis: Utopía anarquista
Carga tributaria: Atentado contra la libertad
Curva de experiencia: Valor simbólico de cambio
Empate técnico: Valor añadido
Soborno: Derecho territorial
Economía subterránea: Horas extras
Cuota partidaria: Dinero invertido
Electorado: Clientela
Clientelaje: Suma presupuestable de facciones
Colchón electoral: Base de salario mínimo
Política: “Arte de mantenerse en el poder,” Machiavelo
Elecciones: Reorganización de las expectativas
Funcionariado difundido: Socios académicos
Pragmatismo: Buen precio
Masividad: electorado que no vota
Recicladísimo: Ministro de izquierda en gobierno de derecha
Red social: Opiniones antisociales
Opinionitis: Fiebre verbal omnipresente
Lobismo: Lobos del “lobby”
Residuo del poder: “Conjunto de materias y atribuciones sobre ellas que las constituciones federales o autonomistas no atribuyen expresamente ni al poder central ni a los regionales,” RAEResidual: Sobreproducción de escribiente que termina dándose por leidaAbsolutista: Sociópata realizadoGúligan: Pasó sin transición del franquismo a la corrupciónTransición: Tiempo histórico en que se perdió la paz
Politica: “El arte de lo imposible,” Internet
IV. Multimedia
En la juramentación del alcalde de un pueblo peruano, uno de los regidores exclamó: “Juro por Dios…y por la plata.” El lapsus delata que el idioma de la corrupción interrumpe al lenguaje, poniendo en duda su valor de uso:
La siguiente intervención de “bolsillos vacíos” en el Banco Santander de Sevilla, declara, que el humor no está perdido:
El caricaturista Carlín (La República) comunica muy bien la suerte tragicómica de la política peruana y su actual fase electoral, donde trece candidatos purgan sus listas de corruptos embozados. El presidente García indultó a un empresario de la televisión, preso por corrupción, pero se descubrió que el certificado médico que permitía esa licencia era falso. El empresario fugitivo fue capturado tres meses después. Carlín da una versión de esta moraleja sin moral:http://www.larepublica.pe/11-01-2011/carlincaturas-11012011