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Blogs de autor

Dialogismos

Por 28 de marzo de 2010 Sin comentarios

Julio Ortega

 
 

Marie Pinot, profesora de español en una escuela secundaria, comenta las composiciones de mis estudiantes incluidas en esta bitácora: “el español no es la lengua de mis estudiantes, pero con ese ejercicio en torno a ‘Borges y yo’ siempre terminan por expresar la otredad propia y la otredad de la lengua a través de formas muy encantadoras.”  Mi experiencia es la misma: mis estudiantes tienen distinto grado de control del español. Sólo algunos de ellos son hablantes nativos; otros, son de origen hispánico y  manejan un español doméstico, pero buscan recuperar la fronda que les fue arrancada de raiz; la mayoría ha nacido en el inglés. Y, en efecto, es fascinante ver la creatividad que ensayan en la otra lengua; el español es una suerte de espejo que les devuelve un nuevo hablante. Prefieren el español a otro idioma extranjero porque creen ser más libres en español. Lo bueno es que ambas lenguas, el inglés y el español, conversan a gusto. Me alegra saber que en la secundaria francesa se puede rescribir a Boges, como se hace en la norteamericana, donde los profesores tienen el privilegio de decidir los textos de sus cursos. Páseme unas versiones de sus estudiantes, estoy seguro de que los míos las disfrutarán al ver en el espejo otros hablantes de paso.

 

Carmen Saintain,  estudiante de filología española en la Universidad de Borgoña, me escribe que está investigando  los blogs de escritores españoles y latinoamericanos guiada por una pregunta: ¿es el blog una nueva forma de escritura? Y me hace algunas otras preguntas, que aqui comparto.

 

¿Por qué elegir este soporte más bien que una publicación tradicional?


 

Casi toda escritura es, en español, provinciana: está limitada por sus fronteras. Y la que presume ser cosmopolita es provinciana con énfasis.  Borges decía que cuando Lugones iba en el tren se sentía obligado a anotar el paisaje. Cada vez que visito un museo, yo tengo que controlar la urgencia de escribir una crónica. Más provinciano todavia, un buen amigo no puede ir al cine sin tener que publicarlo. Rubén Darío tiene la culpa: inventó el cosmopolitismo para dejar de ser del siglo XIX, y creyó que debía escribir el obituario de todo muerto ilustre.  Escribir en español demanda definir un interlocutor en un espacio comunicativo indeterminado.  El blog, en cambio, permite borrar fronteras, y apostar por  la inmediatez de la conversación. Es un acto de fe comunicativa, digamos, porque postula la inteligencia y la decencia de la interlocución.  El blog inventa la conversación: actualiza la hipótesis de una comunidad dialógica.  Y, para un escritor, tiene sobre los demás medios una virtud: es una escritura gratuita. Se puede compartir el luto por las víctimas de las varias violencias, gratuitamente.
 

¿A quién se dirige? Y, ¿con cuál(es) objectivo(s)?


 

Leyendo los comentarios que algunos blogs convocan, uno llega a temer por la suerte de la democracia. Se dice que el correo electrónico ha aumentado la agresividad pero, de nuevo, la tecnología no es buena ni mala en sí misma, depende para qué se usa. El objetivo es seguir abriendo lugares de comunicación y humanizar el espacio de debate. Lo ideal seria que los lectores formaran parte del blog, para poder diversificarlo, más allá de su monólogo discreto, hacia nuevas formas de intercambio. Es un espacio en construcción. A mi me tienta la posibilidad de no escribir dos iguales.
 

¿Por qué no escribir una novela o algo como folletines mediante el blog?


 

Algunos escritores jóvenes empiezan a hacerlo. Por lo pronto, cuelgan en sus blogs capítulos de sus novelas en proceso. Y no dudo que varios lo asumen como un work in progress, aunque la realidad virtual no está destinada a terminar en un libro.
 Más bien, pronto el cuaderno de notas, los dietarios y prosa varia tendrán el blog como destino. La libreta de viajes que se convierte en libro hoy nos resulta de un anacronismo conmovedor. El blog está terminando también con la autobiografía, que es tolerable en la pantalla pero imposible en la página. Por ejemplo, el otro dia leí este comienzo: “Cuando yo era niño, fui a la escuela.” En el blog es irónico (supone complicidad en la parodia del género más redundante); en la página, en cambio, resulta banal (literal, y de un humor involuntario). 
 

¿Estaría usted a favor de una "autopublicación" mediante un soporte informático?


 

Yo sí, a pesar de que aun creemos que la publicación en papel impreso tiene una validación y autoridad propias. En el mundo académico, con la crisis que viven las editoriales universitarias, imposibilitadas de publicar libros eruditos, tendremos que valorar la publicación electrónica en paridad con la impresa. Ahora que la evaluación se ha contabilizado, seguramente que algunas editoriales electrónicas tendrán mecanismos internos de selección de manuscritos equivalentes a los de las editoriales establecidas y las mejores revistas. La cuestión crucial será esa: el valor crítico de las ediciones electrónicas, que dependerá de su calidad; o al menos, de su evaluación. 
 
¿Piensa usted que la publicación electrónica pone en peligro el mundo de la edición?


 
No hay que olvidar que la preservación de la información electrónica es perecedera. Irónicamente, las cartas escritas a máquina de escribir durarán mucho más que los mensajes electrónicos guardados en el disco duro. Lo mismo ocurre con los manuscritos de los libros: las copias impresas en papel libre de ácido vivirán más que la versión guardada en devedes. Es probable que el libro electrónico acelere la crisis de las editoriales pequeñas y medianas, cuyos costos de producción son cada vez más onerosos. Pronto no podremos incluir en nuestros cursos en las universidades de las Américas, libros publicados en España porque sus precios son tres veces más altos, dados los costos de transporte y los porcentajes que imponen al libro las distribuidoras y librerías. Por otro lado, hay autores y libros que son de acceso sólo nacional, y resultan inhallables fuera de sus países; las grandes editoriales carecen de colecciones para autores literariamente significativos, que no llegarán a ser best-sellers ni mucho menos pero cuya obra nos es fundamental. Las editoriales tendrán que adaptarse a la demanda y diversificar sus colecciones, de modo de que no abandonen a la literatura que no reproduce la lógica del mercado.
Sería el fin del mundo tal como lo hemos leído si las grandes editoriales terminan publicando libros de entretenimiento y las ediciones electrónicas se dedican a la literatura que vale la pena leer y estudiar.
 
Muchas gracias por sus preguntas.
 
 

 

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Julio Ortega

Julio Ortega, Perú, 1942. Después de estudiar Literatura en la Universidad Católica, en Lima,  y publicar su primer libro de crítica,  La contemplación y la fiesta (1968), dedicado al "boom" de la novela latinoamericana, emigró a Estados Unidos invitado como profesor visitante por las Universidades de Pittsburgh y Yale. Vivió en Barcelona (1971-73) como traductor y editor. Volvió de profesor a la Universidad de Texas, Austin, donde en 1978 fue nombrado catedrático de literatura latinoamericana. Lo fue también en la Universidad de Brandeis y desde 1989 lo es en la Universidad de Brown, donde ha sido director del Departamento de Estudios Hispánico y actualmente es director del Proyecto Transatlántico. Ha sido profesor visitante en Harvard, NYU,  Granada y Las Palmas, y ocupó la cátedra Simón Bolívar de la Universidad de Cambridge. Es miembro de las academias de la lengua de Perú, Venezuela, Puerto Rico y Nicaragua. Ha recibido la condecoración Andrés Bello del gobierno de Venezuela en 1998 y es doctor honorario por las universidades del Santa y Los Angeles, Perú, y la Universidad Americana de Nicaragua. Consejero de las cátedras Julio Cortázar (Guadajara, México), Alfonso Reyes (TEC, Monterrey), Roberto Bolaño (Universidad Diego Portales, Chile) y Jesús de Polanco (Universidad Autónoma de Madrid/Fundación Santillana). Dirije las series Aula Atlántica en el Fondo de Cultura Económica, EntreMares en la Editorial Veracruzana, y Nuevos Hispanismos en Iberoamericana-Vervuert.  Ha obtenido los premios Rulfo de cuento (París), Bizoc de novela breve (Mallorca), Casa de América de ensayo (Madrid) y el COPE de cuento (Lima). De su crítica ha dicho Octavio Paz:"Ortega practica el mejor rigor crítico: el rigor generoso."

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