Juan Pablo Meneses
En el mundillo de autores y libros existe un lugar común que se concede como una medalla: "El secreto mejor guardado". Un autor, entonces, debiera sentirse orgulloso de ser "un secreto" y, más aún, si se trata de un secreto "mejor guardado". Como si de pronto, en tiempos de chismes online y redes sociales ametrallando eventos, que no hablen de un autor es un mérito. Y ahí viene la gran paradoja: homenajear y promover a un autor-secreto-bien-guardado equivale a eliminarle, de un plumazo, su mayor mérito.
El chileno Francisco Mouat podría, perfectamente, aparecer en cualquier suplemento cultural hispanoamericano recibiendo su medalla como "secreto mejor guardado". Pero, como en el caso de varios que reciben este extraño honor, Mouat no es secreto ni está guardado. Únicamente hace las cosas a su ritmo, a su modo. A un costado de la gran maquinaria, no por eso de manera secreta.
Mouat es un viejo amigo. Trabajé con él en una revista de viajes y seguí, de cerca, el proceso cuando un día dejó su puesto de funcionario del periodismo para dedicarse a su obra diaria. Una que se compone de 4 hijos, su mujer, los talleres literarios que hace en la Plaza Ñuñoa de Santiago, sus comentarios de fútbol en la radio ADN, la escritura de crónica, sus libros, una editorial propia y la siesta. Mouat defiende la siesta con la misma fuerza que otros piden rebajarle el IVA a los libros. Promueve el ocio con la misma pasión que otros discuten un canon.
Al ritmo Mouat, Pancho ha publicado varios libros de no ficción. Entre ellos "El empampado Riquelme", cuya primera versión la sacó Ediciones B de Chile el 2001, y que diez años más tarde llegó a las librerías de Argentina y Uruguay con la editorial Libros del Náufrago. El libro cuenta la historia de Juan Riquelme, un empleado fiscal que desapareció en el desierto chileno en 1956, y cuyo esqueleto apareció más de 40 años después junto a todas sus pertenencias: un reloj, el pantalón, los zapatos, una libreta. Mouat investiga y rearma el último viaje de un personaje que realmente fue el secreto mejor guardado. Nadie pasó al lado de su cadáver por casi medio siglo.
Por estos días, Francisco está lanzando su página web: El catalejo de Mouat. Ahí se pueden ver sus libros, sus crónicas, escuchar sus audios y ver videos. Pero, además, se puede comprobar una vez más que alguien puede armar un camino propio. Sin agentes ni multinacionales. Aunque para la industria eso pueda tratarse de algo secreto, que está bien guardado.
@menesesportatil