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El niño malo en Madrid

Por 20 de abril de 2010 Sin comentarios

Jorge Eduardo Benavides

Acabo de terminar de leer la novela «El niño malo cuenta hasta cien y se retira», (editorial Escalera) de Juan Carlos Chirinos. La he leído un poco a trancas y barrancas, pues la presento el viernes en Madrid. Yo ya había leído de Chirinos —Chirinator, como se le conoce al escritor venezolano por sus ágiles y rotundas embestidas dialécticas– una novela aún inédita, «El Bosque», que me pareció no sólo buena, sino fundamentalmente original, llena de una frescura que no obstante no impide que esté contaminada de turbiedad y sombras y que genera esa expectación fascinada y al mismo tiempo llena de horror que crean ciertos cuentos infantiles en la imaginación de los niños. Pues bien, «El niño malo…» me ha producido exactamente lo mismo, esa mezcla de desasosiego, risa –mucho tiempo atrás que no soltaba una carcajada en plena lectura– y afecto que Chirinos sabe mezclar tan bien.

Un caraqueño viaja (¿cae en?) a un pueblo, a una comarca más bien, perennemente nevada. Estrella su trineo contra una granja donde vive una chica con su abuela. Estas trasuntas algo estrambóticas de Hedi y su abuelo Pedro enfrentarán al urbanita protagonista con un mundo que tiene mucho de nostálgico y al mismo tiempo de atávico, donde se manejará mal, particularmente como pastor, y ello desembocará en el turbulento final que cierra la novela con ese hechizo que genera el narrador durante tantas páginas previas. No se equivoquen: la novela no es exactamente realista ni es exactamente una fábula, pues se mueve en ese límite inquietante, como ocurre con las pesadillas o los sueños más nítidos, que separan un término del otro. Está llena de ternura (la relación con la joven pastora) y al mismo tiempo llena de un horror tan conspicuo (la relación con la joven pastora) que produce en el lector una tensión sólo aceptable por la calidad de la prosa, de temple cervantino, como por la originalidad de su enfoque.

Decía al principio de este post que leí la novela a trancas y barrancas, y no es del todo cierto: la empecé a leer con premura, la noche anterior a viajar a Antequera, y la continué leyendo en el tren fascinado, metido de lleno en su historia, impaciente porque viajaba con un amigo escritor que, ajeno a mi obnubilación lectora, conversaba conmigo. La terminé al día siguiente, también en el tren, de regreso a Madrid, y tuve la sensación de haber hecho al mismo tiempo otro viaje, más profundo, más lleno de sombras y recovecos, por donde me llevó la novela. Pero no se trata de una novela agridulce, nada de eso, porque está llena de un humor inteligente y por lo tanto no deja malestar alguno. Como verán, divago sin poder definirla –como el sabor de un kiwi– y sólo sé que el viernes me veré en aprietos para explicarla al público. Poco precio para los momentos tan estupendos que he pasado leyéndola. 

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Jorge Eduardo Benavides

Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Garcilaso de la Vega, en Lima. Trabajó como periodista radiofónico en la capital y en 1987 fue finalista en la bienal de relatos COPE (Lima); un año más tarde ganó el Premio de Cuentos José María Arguedas de la Federación Peruana de Escritores. En 1991 se trasladó a Tenerife, donde puso en marcha talleres literarios para diversas instituciones. Ha sido finalista del concurso de cuentos NH Hoteles del año 2000. Desde 2002 vive en Madrid donde continúa impartiendo sus talleres literarios. Su más reciente novela es La paz de los vencidos, galardonada con el XII Premio Novela Corta "Julio Ramón Ribeyro". Cursos presenciales en MadridJorge Eduardo Benavides imparte cursos presenciales en Madrid y ofrece un servicio de lectura y asesoría literaria y editorial. Más información en www.jorgeeduardobenavides.com http://www.cfnovelistas.com/ 

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