
Jesús Ferrero
«Tenemos que vivir, a pesar de la caída de tantos cielos», decía D.H.L. Yo diría: a pesar de la caída de tantos infiernos sobre nuestras cabezas. Su fuego reduce a la nada los cerebros, aunque muchos ni lo notan. No tienen cerebro desde hace tiempo.
«La belleza es un modo de ser de la verdad», decía Heidegger. Y se podría añadir: «La verdad es un modo de ser de la belleza.»
«Los salones mienten, las tumbas son sinceras» decía Heine, olvidando que también las tumbas mienten, a veces clamorosamente. Desde antiguo se sabe; grandes sepulcros para grandes infames.
“De no ser Alejandro, quisiera ser Diógenes», decía Alejandro Magno. Lo que equivale a pensar: de no ser rey, me gustaría ser un filósofo mendigo y cínico. La lógica de la contradicción es siempre la más esclarecedora, ¿o no?.
«Dime lo que crees ser y te diré lo que no eres», decía Jean Le Rond. Cierto, y para eso basta con dejar al otro que despliegue el relato de su vida. A través de lo que el otro cree ser, adivinamos sus carencias, sus realidad, su falsedad, su miseria.
«No hay más que un paso del fanatismo a la barbarie», decía Diderot. Yo creo que no, que ni siquiera hay un paso y que están tan pegados como las dos partes de un lenguado.
Si los periódicos son los ferrocarriles de la mentira, como creía Aurevilly, las redes sociales serían sus autopistas.