Jesús Ferrero
Amemos el seno hirviente de la vida con todas sus consecuencias, pero sepamos qué somos, cómo nos han hecho y cómo nos hacemos.
Amemos la existencia, pero no ignoremos sus abismos ni los elementos que la constituyen.
Amémonos a nosotros mismos y amemos a los otros, pero sepamos qué tejidos inestables conforman nuestra materia y las sustancias que se mezclan, funden y confunden con la nuestra.
Amemos nuestros sueños, pero no ignoremos el fluido volátil y resbaladizo del que están hechos.
Bebamos de la copa dorada de la dicha, y hasta de la copa amarga de la desgracia, pero examinemos en la medida de nuestras posibilidades el vino que las colma y el elixir, a veces salutífero, a veces venenoso, que se mezcla con el mosto, para que lo que parecía de una dulzura exquisita no se trasforme en acidez desgarradora.