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Carne y sangre

Por 22 de agosto de 2016 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Jesús Ferrero

El hombre es el único ser del reino animal que ha abandonado su naturaleza… Decidió no oponerse a sus adversarios sino imitarlos… El depredado se convirtió en depredador, recurriendo al arma, al instrumento, a la prótesis. Se cumplieron dos pasos decisivos que la historia trataría de razonar: la mímesis y la técnica.

El hombre imitó a los animales cazadores, y le añadió a la caza herramientas: la esquirla de sílex, la flecha…

El desequilibrio producido por el primer paso: imitar, entre todos los seres, precisamente aquellos por los que el hombre era con frecuencia matado, es más radical respecto a cualquier otro paso posterior. El sacrificio fue una respuesta a ese trastorno, a esa enorme perturbación dentro de la especie: el intento de dar nuevo equilibrio a un orden que había sido para siempre lesionado y violado… En la cadena alimenticia ciertas especies deben matar a otras. El hombre no interrumpió esa cadena, la expandió.”

Hasta aquí una síntesis de lo que Calasso refiere sobre el sacrificio, se entiende que humano. Los primeros sacrificios fueron de seres humanos, que más tarde serían sustituidos por otros animales. Los animales herían de metáfora sustitutiva del primer sacrificado: el hombre. Según Calasso, el origen del sacrificio de seres humanos buscaría el equilibrio. Si hemos roto esa cadena en la cual éramos cazados, y ahora nos hemos convertido en cazadores, la forma de equilibrar la balanza es sacrificando períodicamente a seres humanos, repartiéndonos su carne, como lo hacen los depredadores, y como una ofrenda por haber violado la ley natural.

Me reservo mi opinión al respecto, si bien añado que con esta teoría del sacrificio no estarían de acuerdo ni Marcel Mauss, ni Bataille, ni Jünger, ni Canetti, ni Girard, pero eso da igual. Calasso tiene su propia seguridad, que está siempre bien meditada y fundamentada, y que no suele decepcionar. Los fragmentos entresacados de El ardor indican que nos hallamos ante un libro lleno de revelaciones, de intuiciones y de inteligencia sobre el pensamiento védico, que floreció en la India hace tres mis años, y que siempre me ha parecido mucho más interesante que las escuelas filosóficas que vinieron después, como por ejemplo el budismo. Se trata además de un libro tremendamente inspirador que recomiendo a los amantes de la materia y de las primeras eras de la cultura moral y filosófica. Merece de verdad la pena.

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Jesús Ferrero

Jesús Ferrero nació en 1952 y se licenció en Historia por la Escuela de Estudios Superiores de París. Ha escrito novelas como Bélver Yin (Premio Ciudad de Barcelona), Opium, El efecto Doppler (Premio Internacional de Novela), El último banquete (Premio Azorín), Las trece rosas, Ángeles del abismo, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla, El hijo de Brian Jones (Premio Fernando Quiñones), Doctor Zibelius (Premio Ciudad de Logroño), Nieve y neón, Radical blonde (Premio Juan March de no novela corta), y Las abismales (Premio café Gijón). También es el autor de los poemarios Río Amarillo y Las noches rojas (Premio Internacional de Poesía Barcarola), y de los ensayos Las experiencias del deseo. Eros y misos (Premio Anagrama) y La posesión de la vida, de reciente aparición. Es asimismo guionista de cine en español y en francés, y firmó con Pedro Almodóvar el guión de Matador. Colabora habitualmente en el periódico El País, en Claves de Razón Práctica y en National Geographic. Su obra ha sido traducida a quince idiomas, incluido el chino.

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