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vivir en el pueblo

Por 27 de noviembre de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

 

 

 Ser de pueblo. Quedarse en el lugar dónde uno nació. Crecer con sus recuerdos siempre a la vuelta de la esquina, en el prado cercano, entre alimoches y cerdos, cerca de la vía del Calatraveño, en un mundo rural que sabe de lo hermoso del paisaje y lo duro del paisanaje. Tierras andaluzas, que miran a Castilla y Extremadura, comarca de los Pedroches, en la sierra de Córdoba, entre el suelo y el cielo, en el lugar dónde habita el poeta, novelista y memorialista Alejandro López Andrada. Nació en Villanueva del Duque, allí sigue viviendo y escribiendo. Iluminado por su propia memoria, luchando por hacer que no desaparezca un mundo, el mundo que conoció en su infancia feliz e injusta de un niño de pueblo, de una familia que, como tantas, perdió la guerra. Mundo que sabe contar López Andrada en todos sus libros. Físicamente me recuerda a un César Vallejo que no ha necesitado vivir los aguaceros de París, que ha sabido contarnos las dehesas y los pájaros, las brumas y los vientos.

Estoy leyendo su último libro, un ensayo que, como dice Luis Mateo Díez, nos llama la atención sobre "la desaparición del mundo rural, de una cultura y unos modos de vida". El libro se llama "El óxido del cielo" y me emocionan muchas cosas, muchas de sus historias de gentes que han vivido en un mundo que ahora parece producto de la imaginación, del recuerdo de alguien de otro tiempo. Y no es así. Alejandro, las gentes de esos pueblos, de tantos pueblos españoles, están viviendo nuestro mismo tiempo, nuestras mismas crisis, nuestras mismas miserias y nuestras mismas mentiras. La diferencia es que ellos son capaces de vivir con su memoria de cosas cercanas y extraordinarias. Por ejemplo, el silencio de unos tomillares en el crepúsculo de una tarde.

Estoy viajando hacia allí. Se que me espera un olor a vida real, a lentitud de paisaje que hace pensar que la vida debería ser más amable. Después de la calma necesitaré la tempestad de mi ciudad. No supimos quedarnos en los pueblos.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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