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Premios, ciudades

Por 7 de enero de 2010 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 Uno de los libros más entretenidos, sinceros, irónicos, sin dejar de ser sutiles, del pasado año es "Mis premios" de Thomas Bernhard. Volviendo a bucear en un lugar dónde pocos se atreven. Entre la editorial Alianza- que rescata este inédito autobiográfico sobre lo que pensó y escribió sobre los premios literarios de su vida- y el rescate de Anagrama de algunas de sus esenciales, y también autobiográficas, novelas, nos permiten que uno de los grandes escritores europeos vuelva al visible lugar de las novedades. Y regrese a nosotros con su lúcida y sarcástica manera de mirar el mundo. No fue complaciente, pero podía ser muy divertido. Lo fue en muchas de sus sátiras.

 En "Mis premios" habla, por ejemplo, del desprecio que siente por algunas de esas ciudades europeas que por una inmensa mayoría son consideradas hermosas. Ciudades ideales, llenas de historia, magníficas en la conservación de su pasado y cómodas de tamaño. "Como aborrezco esas ciudades de tamaño medio con sus monumentos arquitectónicos famosos, por los que sus habitantes se dejan desfigurar durante toda la vida. Iglesias y calles estrechas en las que personas que cada vez se vuelven más apáticas vegetan hasta que se mueren. Salzburgo, Augsburgo, Ratisbona, Wurzsburgo, las aborrezco a todas, porque en ellas, durante siglos, se ha mantenido al fuego la apatía"

Cada uno que aporte sus "burgos", sus ciudades tan perfectas, tan controladas de barbaries constructoras, tan cómodas, burguesas, apacibles y vigilantes del que llega de fuera. Ciudades europeas, ciudades de provincias, que han forjado el bienestar y han escondido la barbarie. Ciudades modelo que han conservado los huevos de las serpientes. Ahora hemos oído hablar de los excesos que los daneses, que los habitantes de Copenhague, han permitido contra esos utópicos de distinto pelaje que creían que el mundo, su futuro y su clima se podían cambiar. Quizá, muchos de esos comprometidos luchadores, sean los que piensan en habitar ciudades más históricas y razonables que nuestras grandes urbes. A mi, con esa parte Taif que uno conserva, también me gustan las ciudades que desprecia Bernhard. Pero como vivo en una de las ciudades preferidas por el escritor, la ciudad dónde tantas veces se refugió en los últimos años de su vida, seré indeciso en qué Bernhard me apetece para cada ocasión. Hay que leerlo. Aunque seamos buenos pianistas.

Esto lo escribo el día después del Premio Nadal a Clara Sánchez. Pensando en  ella, en las ciudades de origen de los personajes de su novela ganadora, he recordado esas críticas miradas de Bernhard a esas ciudades, esos ciudadanos, capaces de convivir con el más hermoso de los estilos arquitectónicos y con la más odiosa ideología. Deseando leerte, Clara. Y brindar por escritores como Bernhard, ese descreído de todos los premios. Incluso de los bien dotados. Hasta de los prestigiosos.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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