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Mientras no cambien las Biblias

Por 26 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Hace rato, quizá siglos, que los tiempos están cambiando. Tanto, que ya no nos reconoce ni Dios. No sé si porque lo asesinaron, porque no sabe, no contesta, no está o porque nunca estuvo. Y sin embargo se le espera. El salvador toma diferentes formas, diversos nombres, nacionalidades, colores y discursos. Esta semana, el Mesías viste de Obama. No confundir con Armani, aunque también está de rebajas y utiliza mucho el negro.

Los que practicamos una religión desorganizada pertenecemos a un impío desorden e invocamos a Nuestra Señora del Perpetuo Asombro -religión humanista presidida por el escritor germanoamericano Kurt Vonnegut, y que sustituye a Isaac Asimov, que ya estará en el cielo-, nos reconocemos por participar de un grupo disperso de seres humanos que no necesitan libros sagrados. Miembros de una religión sin Biblia, ciudadanos de poca fe que, sin embargo, se alegran con la llegada de un ciudadano creyente, elegante, poético y pragmático. Mesías terrenal capaz de hacer su sermón desde las montañas del Capitolio e ilusionar a millones de ciudadanos misericordiosos, pacíficos y mansos. No eran las bienaventuranzas, pero también estaban fabricadas con la materia que se fabrican los sueños. Como una bonita película de cine negro. Un documental que vieron legiones de crédulos, ingenuos, esperanzados, escépticos, malaventurados y otras tribus que poblamos el mismo imperio. No todos votamos, pero sufrimos las consecuencias. Un parecido idealismo harto de dejarse engañar por el libre mercado.

Mientras Aretha Franklin -no confundir con la Sophisticated Lady de Duke Ellington, ni falta que hace, con su luminosa voz, heredera del blues, ese misterio para quejarse que inventaron los negros norteamericanos- cantaba para la corte de Obama y sus invitados, el rey Juan Carlos, lejos del blues y cerca del drama, asistía en el Teatro Real al oratorio cantado de Edipo rey, con música de Stravinski y letra de Cocteau. Dos mundos muy diferentes, dos estilos, dos colores. El público de civiles, religiosos, militares y otras faunas que seguían en directo, o en plasma, el mayor espectáculo del circo democrático estaba formado por una mayoría de ciudadanos negros que bailaban, cantaban, coreaban como buenos fieles soñadores con que vendrán más años buenos, que nos harán mejores. Los sueños son baratos, no entienden de clases, ni de colores.

No tuve la fortuna de estar cerca de Obama, ni de los Kennedy, ni de los alegres negros de Washington. Me tuve que conformar con los pobres cortesanos sin corte que una tarde en que cambiaba el mundo volvimos a nuestros viejos complejos con Edipo, con el Rey, pero sin Obama. Recé una pequeña oración para que los angelitos negros se organicen bien, que aprendan de la Mafia y tomen Madrid. Queremos nuestro negro.

Publicado el domingo 25 de enero de 2009.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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