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ILUSIONES DE LA EDAD MADURA

Por 25 de junio de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

Cuando me siento atraído por una mujer muy joven, por una casi adolescente, recuerdo -más que la novela de Nabokov- un poema de Jaime Gil de Biedma donde se echaba la culpa a la conturbadora belleza de los cuerpos, los gestos y los movimientos de los jóvenes al renacer del deseo en los mayores, “estábamos tranquilos los mayores en esta playa…”. ¿Por qué deseamos a las jóvenes? ¿Por qué las nínfulas, las lolitas, tienen esa atracción fatal en los que ya nos paseamos por la edad madura, incluso en los viejos? No tengo respuestas. Será cosa del demonio. Seguramente es algo así, algún Samael, ese espíritu del mal que anda suelto -como en el excelente relato de Bashevis Singer, La destrucción de Kreshev, que ahora rescatan los de el “Acantilado”-será “Aquél”, como los judíos nombraban al maligno, el que hace que se emparejen los viejos decrépitos y las jóvenes.

También como fatalidad, esta vez sin intervenciones demoníacas, lo cuenta la extraña, sorprendente escritora, tan joven y tan madura, que es Elvira Navarro. En una de sus inquietantes historias, la adolescente Clara, protagonista de su libro Ciudad en invierno, se siente fatalmente conquistada, secuestrada o lo que fuera aquello, por un viejo y solitario mendigo. Eso nos repele. Nos molesta o es motivo de sorna, de burla y de crítica. Ese espectáculo ridículo de los viejos enamorados, o al menos deseantes, de las bellezas de Susana. Tema recurrente, también en la pintura. Hace poco volvimos a ver el inolvidable cuadro de Tintoretto sobre esa pasión imposible.

Escribió Castelao, seguramente enamorado, una obra de teatro Os vellos non deben de namorarse. Casi nadie le hace caso. He conocido, maduros, inmaduros, viejos y hasta muy viejos que se siguen enamorando. Incluso sabiendo que son amores imposibles

Es una pena, una dura realidad, darse cuenta que la edad nos impide hacer del deseo una realidad. Es una derrota más con la que vamos recorriendo éste camino entre largo y muy corto que es nuestra vida de animal deseado y deseante. No me extraña que muchos hayan vendido su alma al diablo. Y que a otros no nos importaría hacerlo.

Antes de llegar al final de esa tan hermosa película de la hija de Coppola, Lost in traslation, nos hicimos la ilusión de que aquél amor entre la joven y el maduro podría tener un final distinto a la obra de Nabokov. No pudo ser. Cada uno sigue su vida. ¿Se podría escribir otro final? ¿Se podría hacer una segunda parte para que Scarlett Johansson y Bill Murray se pudieran encontraran en algún bar del Village neoyorquino? ¿Nos los podemos imaginar como pareja feliz? ¿La diferencia de edad no tiene importancia? Lo podemos intentar no es fácil. Además, ¡qué poco prestigio tienen los finales felices!

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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