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Galdós, ¿”El garbancero”?

Por 23 de octubre de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

No recuerdo quién fue el que con la peor intención, no sin cierta gracia y con alguna envidia, despachó la literatura de Galdós, diciendo que su forma de escribir era propia de “Don Benito “el garbancero”. Ese mote, “el garbancero”, hizo fortuna en algunos que consideraban a Galdós un escritor casi costumbrista. Un escritor pasado, dominador y cabeza visible de un realismo de pucheros populares madrileños. Algo así como un naturalismo de corralas y zarzuelas y con agua, azucarillos y aguardientes. Así, esos lugares comunes, esas mentiras hicieron mecha en unos cuántos modernos. Y provocaron que algunos listillos que pedíamos la ruptura narrativa con el pasado tuviéramos a Galdós en menos consideración que algún latazo del “nuveau roman”.

Confieso que hasta las recomendaciones de Buñuel en sus memorias -y a pesar de la fascinación por “Viridiana” y “Tristana”- no me decidí a leer con normalidad a Galdós. Han pasado décadas y olvidos, han pasado novelas, han pasado escritores de los que apenas recordamos un título. Y el mismo tiempo, en algunos casos mucho más, ha pasado por Galdós y sigue siendo un placer renovado.

Ahora recuerdo aquello del “garbancero” por los datos que nos aporta un pequeño libro, casi un opúsculo, que escribió Galdós con motivo de su viaje a la casa de su admirado Shakespeare. Hablamos del año 1889, y no era el primer viaje a Inglaterra del nuestro escritor. Hablaba inglés, había traducido los papeles del Club Pickwick, era un español cosmopolita que admiraba la literatura inglesa y su sistema político. Además de un gran viajero, planeó ese mismo año un viaje a Polo Norte, aunque nunca lo llegó a realizar. Fue el primer español, al menos que se tenga constancia, que visitó la casa de Shakespeare en Stratford. Era muy amigo del cónsul español en Newcastle, Pepe Alcalá-Galiano, y se movía perfectamente por las ciudades, pueblos y ferrocarriles de media Europa. ¿Tenemos que seguir llamando “garbancero” a este español tan mundano? ¿Y al escritor, quién quiere negar su universalidad porque escriba de barrios y gentes que conoció en sus paseos por la realidad geográfica y la realidad del ser humano?

¿Es mucho más escritor el comedor de setas, de comida japonesa o de la reconstrucción de Adriá que el comedor de garbanzos?

Habrá que imaginar a Juan Sebastián Bach comiendo codillo y después componiendo sus elevaciones para perdonar que los personajes de Galdós tuvieran el mal gusto de comer cocido. Y encima madrileño

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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