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EL MÁS ELEGANTE

Por 3 de septiembre de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

“No quiero poseer nada hasta que encuentre un lugar en donde yo esté en mi lugar y las cosas estén en el suyo. Todavía no estoy segura dónde está ese lugar. Pero sé qué aspecto tiene. Es como Tiffany’s.”

Eso lo decía Holly Golightly en Desayuno en Tiffany´s, esa obra maestra de Truman Capote. Y todos recordamos inmediatamente que en el cine Holly fue una de  los seres más elegantes y hermosos de los que uno ha estado enamorado, Audrey Hepburn. Elegante y delgada que no se le ocurriría ponerse diamantes hasta haber cumplido los 40 porque era una horterada: incluso a esa edad resulta peligroso…Había que ser como una vieja elegante, es decir tener, arrugas y huesos, que sí van bien con las canas y los diamantes.

Esa chica de pueblo tan elegante, y mezclen la novela, la película, a Holly con Audrey, fue capaz de seducir a lo más moderno y elegante de la sociedad neoyorkina. Esos relajados y elegantes que se mezclaban con chicos como Truman Capote. O con chicos que también vinieron de pueblo como Warhol. La aristocracia americana, y más los elegantes neoyorkinos, pueden ser como de la tribu de Philadelphia, tan hermosa de pinta y de huesos como la otra Hepburn, Katherine, pero les encanta mezclarse con los elegantes que salieron de mundos humildes. En ese mundo de las noches de “El Morocco” de New York. Y también en las noches elegantes y un poco canallas de París. O en esas otras tan decadentes y locas como las romanas de la Dolce Vita, estaba con normalidad un español alto, aristócrata, culto, guapo, cosmopolita y sin el mal gusto ético y estético del franquismo, José Luis de Vilallonga.

Los primeros recuerdos que tengo de él vienen del cine.

Creo que fue en su papel de aristócrata brasileño en Nueva York, en ese maduro elegante capaz de enamorar a Audrey/Hepburn, ¿ese tipo tan elegante es un español? No podía ser mayor la admiración. Después de besar a Audrey , besó a la joven Jeanne Moreau en Les amants de Louis Malle. Y sigue apareciendo en películas de Fellini, Agnes Vardá, Bolognini, Siodmak o Fred Zinneman… Además nos vamos enterando de que escribe. Que está cercano a las organizaciones antifranquistas del exilio y que además, de cerca, dicen que es simpático, relajado, gran contador de historias y generoso. Tantas cualidades ya me comenzaban a parecer demasiadas. Me empezaba a cargar el elegante aristócrata. Y llegó aquella película documental de Jaime Camino, La vieja memoria donde cuenta su paso obligado por un pelotón de fusilamiento franquista porque su padre, elegante y duro marqués barcelonés, quiso que así se forjara como un hombre “duro”. Aquello me conmovió. Me hizo ver al jovial Vilallonga como una figura trágica.

No fue trágica su vida, aunque su muerte haya sido demasiado solitaria. Fue una vida con mujeres, caballos, juego de polo, famosos, hermosas, ricos y excéntricos del gran mundo… Y, también, en los años finales llena de problemas económicos. Vivió de su elegancia. Fue un mal actor pero nadie como él daba ese tono de nobleza decadente. Pertenecía a un mundo en extinción. Lo sabía y nunca dejó que la nostalgia le atacara. “la nostalgia fue un error”, así se llamaba uno de sus libros.

Tuve la suerte de conocerlo. Lo frecuenté poco pero hay unos cuántos encuentros, algunas comidas- muchas veces en compañía del escritor Manuel de Lope- estaban llenas de un mundo tan fascinante como elegantemente desmitificado. La elegancia, esa rareza que poco tiene que ver con el dinero

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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