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Cautivos y desarmados. ¿La guerra ha terminado?

Por 6 de abril de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

Nada había terminado. Los vencedores seguirían matando. Los rebeldes franquistas asesinarían más en la posguerra que en toda la guerra. Jorge M. Reverte, hijo de un ganador, de un soldado de fortuna que perdió otra guerra en la División Azul, lo recuerda en su libro sobre "el arte de matar". Y se pregunta: "¿Había algo que le impidiera al caudillo proseguir la matanza cuando las armas enemigas ya estaban en silencio?"

Las armas y las gentes. En silencio, con miedo, huidos, desterrados, encerrados, muertos, callados, escondidos, ocultos o disfrazados.

Había ganado el terror. Y no estaban solos. Santos Juliá, en su biografía sobre Azaña, asegura que España comenzó a ser gobernada por "la mezcla de crueldad y estupidez fundidas en el nuevo régimen". Reunión de disparates, de catástrofes que llevarían al poder a gentes capaces de hacer "generala" a la Virgen de Covadonga. De fusilar en nombre de Jesucristo. Para terminar con todo ese disparate tendrían que pasar años, décadas. Incluso hay quién piensa que ese ejército rebelde aún no está ni cautivo, ni desarmado. La guerra no ha terminado.

A éstas alturas de la contienda nadie debe ignorar que bestias, mártires, apóstoles, héroes y villanos hubo en los dos bandos. El que dude que vuelva a Chaves Nogales, el más independiente, el mejor que escribió a sangre y fuego sobre lo que pasaba, lo que vivía. Literatura sobre aquella guerra. Poetas de todos los lugares, de todas las emociones. Para no olvidarlos hay que leer la antología de Jesús García Sánchez, alías Chus Visor, que recoge los excelentes, los buenos y los otros poemas que se hicieron en la defensa de Madrid. La Capital de la Gloria que cayó, cuando no estábamos allí. Leer para no olvidar a los que aquí escribieron, a los que aquí murieron: "el tiempo olvidará, más no sus huesos", dice el poema de Stephen Spender.

Recuerdalo tú, recuérdaselo a otros. Eso es lo que hace Ignacio Martínez de Pisón. Recuperar los textos leídos, los partes escritos, de aquella guerra por prosistas que la vivieron- Ayala el más veterano, seguido de lejos por Delibes, Matute, Segovia o Zúñiga- o por otros que rompieron con el silencio de sus padres, de sus abuelos y que cuentan sobre una guerra que nunca conocieron pero que también perdieron.

Un  personaje de Zúñiga lleva una foto de Gerda Taro en su cartera. Imagen de la fotógrafa que murió con los tacones puestos en el frente de Brunete y que le podía condenar. Había que ocultar el pasado, reinventarlo para poder supervivir: "Pasarán años y olvidaremos todo, y lo que hemos vivido nos parecerá un sueño, y será un tiempo del que no convendrá acordarse". Eso decía el miliciano, el perdedor, que nunca olvidó.

"Olvidar es vencer", dijo el perdedor Juan Ramón Jiménez. Después lo dudó: "La fe se cura viajando. La duda no es una enfermedad"

 

 

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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