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Burdeles, bares y secretos de artistas

Por 9 de febrero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Algunos de los grandes artistas del pasado fueron frecuentadores de burdeles, esos escenarios de chicas alegres y carnes tristes. Espacios de otros tiempos donde los burgueses dejaban el sombrero a la entrada y los obreros el dinero. El mejor pintor de la carne de burdel fue Picasso. Cliente infiel, amigo y pintor de putas. "Rey de los burdeles", dice Fernando Castro y republicano director del Museo del Prado. Al lado de la madrileña plaza de Tirso de Molina vivió su tiempo de bohemia madrileña. Después del Prado, los cafés y los burdeles, se cruzaba en su portal con un vecino, un joven de su estatura, llamado Pepe Isbert. No sabemos si Isbert frecuentó algún burdel. Era muy catolicón -lo que nada quiere decir- y nada desparramado en su pulsión erótica. Se cuenta que se pasó años guardando el último polvo para su legítima. Así se lo hizo saber a una señorita que le pretendía: "No puedo, lo tengo prometido a mi mujer". Años sin viagra. ¿Cómo habría sido la vida sexual de Picasso con viagra?

El mejor pintor de la carne de burdel era Picasso. Años sin viagra. ¿Cómo habría sido su vida sexual ahora?

Después de ver a Francis Bacon en el Prado pensé en Picasso. Al museo le sientan bien sus cuadros, sus montañas de carnes, sus hombres que aman, se degradan o gritan. Se les nota bien rodeados en esas salas con unos vecinos, esos tan queridos monstruos. Nuestros semejantes, nuestros hermanos. Abierta la puerta para Bacon habrá que hacer sitio a Picasso. Dos monstruos.

Madrid es un bar abierto donde conviven algunos genios que han sabido extraer arte de los horrores. Capital de monstruos, bares y burdeles. Ciudad donde Buñuel pateó bares y burdeles: "Los mejores del mundo, sin duda". El cineasta que fue otra de las claras influencias españolas de Bacon.

En las ya poco secretas maletas y papeles del pintor- Elena Ochoa de Foster y otros cazadores de buenas piezas han puesto público precio a sus objetos privados- se encuentran las películas de Buñuel, La edad de oro y Un perro andaluz. Lya Lys chupa eróticamente el dedo gordo de la estatua de Diana. Y una navaja corta un ojo en primer plano. Imágenes que conviven con Velázquez , Goya, Eisenstein, Fritz Lang o Abel Gance. Nombres que unen las obsesiones de Buñuel y Bacon.A Bacon también le gustaban los bares. En sus últimos años algunos de nosotros fuimos compañeros de barra y nocturnidad en un bar que había frecuentado Buñuel, El Cock. En los años treinta fue discreto refugio trasero del moderno, elegante y prostibulario Chicote. El mismo bar que, antes de su tranquila muerte madrileña, frecuentó el pintor con sus amigos. Así, rodeado de carne, perdido y encontrado en Madrid, después de su paseo por el Prado, el noctámbulo artista, disimulando su edad, con su peinado de rockero años cincuenta y con su chupa de cuero, nos pintaba su leyenda de poco santo y bebedor.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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