Javier Rioyo
Casi toda la noche transcurrió como estaba previsto en el guión de las sospechas. Si acaso una sorpresa, un infiltrado, un premio de más para uno de los nuestros. Si la película ganadora hubiera sido la pequeña, genial y vitriólica, Pequeña miss Sunshine, la gala, la noche, los premios hubieran sido casi perfectos. Cuando digo perfectos me refiero que hubieran sido casi como los había deseado. No hay galas perfectas, ni premios perfectos solamente los hay que se acercan o no a nuestros gustos. Es verdad que Scorsese se merece hace ya unas décadas un oscar. Vale pues le damos un “Oscar” como director, pero otro como mejor película, para una de sus más endebles películas, para una menos arriesgada e inteligente que “miss Sunshine”, eso es ya ser equivocadamente generosos. En fin yo recolocaría esos premios.
También hubiera dado el Oscar, por las mismas razones que se lo han dado al Scorsese director, al enorme actor Peter O’toole. Porque es grande, porque lo es hace todavía más décadas, porque se morirá en una borrachera, sí, pero sin dejar de interpretar y porque lo merece tanto o más que un buen actor por muy negro o afro americano que sea. Forrest Whitaker, que está muy bien como dictador ugandés, tiene todavía muchos años y muchas películas por delante para sumar estatuillas. Y seguramente era la última oportunidad de un papel protagonista para O´toole. Y nos hemos perdido un momento elegante al no poder ver al gran actor inglés agradecer un premio que no fuera de consolación. En fin, no hay noches perfectas.
Y muy bien repartidos lo premio de la noche “hispana”, alguno más le podrían haber dado a esa rareza excelente que es El laberinto del fauno. Yo no me alegro por la derrota de Babel porque creo que han sido justos, después de haber sido excesivos con la cantidad de nominaciones. Una película que, según mi opinión, está valorada por encima de sus méritos.
En fin una noche que mereció la pena no dormirla. Se pasearon unos cuantos mitos por nuestra pantalla. Y unas cuántas hermosas. Y otro año más, uno de los rostros, cuellos y espaldas mejores de la ceremonia tiene procedencia española, esa hermosa, rápida y simpática presentadora que se llama Cristina Tera. Un placer esos minutos previos con tantos famosos repitiendo lugares comunes en esa famosa alfombra roja. Todo queda muy bien, demasiado bien, pensando que el lugar de la ceremonia está en el interior de un gran centro comercial. Así está el espectáculo. En un lugar de los centros comerciales.