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Ladrón de mapas

Por 13 de noviembre de 2008 Sin comentarios

Javier Fernández de Castro

Eduardo Lago

Destino

La aparición de Eduardo Lago en el panorama de las letras con una novela titulada Llámame Brooklyn -ganadora del premio Nadal 2006 y de un montón de premios más- tomó por sorpresa  a la parroquia literaria. Lago, que ya andaba entonces por los 50 años, /upload/fotos/blogs_entradas/ladrn_de_mapas_med.jpgno sólo demostraba poseer una sólida formación sino que tenía una forma de contar tan diferente a lo que  se estaba haciendo en aquel momento que ni siquiera necesitó presentarse como anti lo que se estaba haciendo en aquel momento. Iba a la suya. Sin más. Y de ahí la sorpresa.

Para esta su segunda aparición pública Eduardo Lago ha elegido cambiar otra vez de registro en busca de una vía narrativa distinta.  Y para ello propone la historia de alguien que suelta anónimamente unos cuentos en internet con la esperanza de obtener respuesta. Y quien le responde es Sophie, o mejor dicho, alguien que ahora se hace llamar Sophie porque un día creyó atravesar una línea de sombra que la movió a replantearse su vida entera. Y empezó por el nombre.

Una vez puesta a rodar la bola del destino, los sucesos se encadenan. De una parte Sohpie cree reconocer en el anónimo autor de los cuentos a un hombre con el que tuvo una intensa relación años atrás. Ese reencuentro virtual hace que se ponga en camino hacia Venecia y Trieste por motivos no bien explicitados, pero que dan ocasión a diversas aventuras. Por ejemplo, el inesperado encuentro con un atractivo árabe al que Sophie reconoce de inmediato porque todas las televisiones están divulgando su imagen bajo la acusación de ser un ladrón de mapas. Ella, viéndolo acosado, acepta ayudarlo a escapar de París sin hacer preguntas.

Paralelamente tendrá  lugar  la narración de  los cuentos anónimos -tres de ida y tres de vuelta- que van intercalándose con la progresiva aproximación de Sophie al misterio triestino-veneciano  oculto tras ese encuentro quizás no tan casual en la red. Es sin duda el momento álgido del presente libro -al que me resisto a llamar novela para no desorientar al posible lector. Hay un momento en que, además de la narración personal de la propia Sophie,  suenan alternadas hasta seis o siete voces distintas -la mayoría en primera persona-  y que corresponden a personajes que viven en Rusia en el año 2000, Abisinia durante la invasión italiana previa a la Segunda Guerra Mundial y Bombay, 1978. Pese a la disparidad de fechas, lugares y sucesos, o pese la superposición de voces narrativas, no cabe posibilidad alguna de confusión. Los personajes rusos hablan y se comportan como uno cree que deben de comportarse los habitantes de una remota ciudad de la Rusia contemporánea, la esposa seducida por el (bellísimo) criado abisinio se comporta como uno imagina que reaccionaría una elegante dama italiana que acaba de desencadenar un drama colonial debido a su lujuria, y el encantador empleado de los ferrocarriles  indios, que en su día tuvo la suerte de ser el confidente de Kipling, también habla y se comporta de manera muy verosímil.

Hasta aquí Eduardo Lago hace honor a su fama y se muestra como un narrador sólido, imaginativo y de una cultura tan variada como versátil. Mientras Sophie continúa su acercamiento al desentrañamiento del misterio (a todas estas, hemos perdido de vista al apuesto ladrón sin que éste haya aclarado qué robaba o quiénes eran sus implacables persecutores), también van desarrollándose las historias de vuelta, esto es, las segundas partes (que no desenlaces) de las tres historias de ida. Y hasta ahora el desarrollo global de la narración es espléndido.

Sin embargo, a partir de ahí no es que se produzca un bajón, o que de pronto a Eduardo Lago se le haya olvidado el arte de contar historias. Algunos de los (muchos) cuentos que restan por leer son muy buenos y siguen estando tan bien contados como los primeros. Pero tienen una desventaja muy clara frente a los precedentes: en éstos, y mientras los va leyendo, el lector puede entretenerse en buscar la estructura general que los interconecta y hace que suenen de forma coral.  Lo cual  ya no ocurre en las dos partes siguientes. Es posible  que haya un flujo (o metaflujo) que las haga formar parte de un todo. Pero no es fácil de ver, y ni siquiera las ocasionales reapariciones  posteriores de Sophie bastan para integrar esos dos últimos bloques en la corriente narrativa inicial.

Y tampoco es que esté yo ahora priorizando la forma novela (suponiendo que exista tal cosa) sobre la forma cuentos. Pero, para decirlo en plan telqueliano, en la primera parte los significantes de cada historia penetran en las demás y las fecundan incluso retroactivamente, mientras que a partir de un momento dado en el Ladrón de mapas se produce una mera acumulación de material narrativo. Y una vez degustada la excelencia de la narración inicial, el lector pide más de lo mismo y no querrá conformarse con menos. Y ya sé que es injusto, pero qué quieres.  Pasa lo mismo con el amor. Si el amado se ha beneficiado de los arrebatos sublimes del amante, nunca aceptará actuaciones que no estén a la altura de las primeras.

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Javier Fernández de Castro

Javier Fernández de Castro (Aranda de Duero, Burgos, 1942- Fontrubí, Barcelona, 2020) ejerció entre otros los oficios de corresponsal de prensa (Londres) y profesor universitario (San Sebastián), aunque mayoritariamente su actividad laboral estuvo vinculada al mundo editorial.  En paralelo a sus trabajos para unos y otros, se dedicó asiduamente a la escritura, contando en su haber con una decena de libros, en especial novelas.

Entre sus novelas se podrían destacar Laberinto de fango (1981), La novia del capitán (1986), La guerra de los trofeos (1986), Tiempo de Beleño ( 1995) y La tierra prometida (Premio Ciudad de Barcelona 1999). En el año 2000 publicó El cuento de la mucha muerte, rebautizado como Crónica por el editor, y que es la continuación de La tierra prometida. En 2008 apareció en Editorial  Bruguera,  Tres cuentos de otoño, su primera pero no última incursión en el relato corto. Póstumamente se ha publicado Una casa en el desierto (Alfaguara 2021).

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