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La aventura de pensar

Javier Fernández de Castro

Fernando Savater

Debate

Aparte de las diferencias intelectuales e ideológicas que mantiene con muchos de sus contemporáneos  (algunas tan estruendosas que incluso se pueden seguir en los periódicos) si algo distingue a Fernando Savater de sus colegas es la pasión que le pone a todo lo que hace. Ya sea pergeñarle una ética a Amador o espetarle un panfleto al Todo; ya sea cantar las excelencias de aquél mítico caballo árabe o contar las maravillosas aventuras de los personajes literarios que poblaron su infancia, hay que ser un verdadero cenizo para no acabar contagiado del entusiasmo que transmiten sus escritos. Y cómo no aficionarte a las carreras de caballos o cómo no dejarlo todo para releer a Stevenson o a Guillermo Brown. O cómo rechazar una invitación a repasar con él la vida y hechos de Nietzsche.

La aventura de pensarEn La aventura de pensar se trataba de darle un repaso al pensamiento occidental de los últimos 25 siglos y eso ha hecho. De un tirón. O mejor dicho, en 26, pues tales son los pilares que le permiten ir saltando desde Platón y Aristóteles hasta Sartre y Foucault. Por descontado que la selección de pensadores es arbitraria. Pero qué antólogo se ha visto libre de tal acusación. Siempre habrá quien eche en falta a este o aquél, o que proteste por la exclusión de su filósofo favorito. A mí, por ejemplo, me hubiese encantado conocer la visión que tiene Fernando Savater de Montaigne porque seguro que me hubiese descubierto un buen número de aspectos que a mí se me escapan. Por ello, y puesto que se trataba de elegir lo mejor de lo mejor,  en La aventura de pensar se advierten algunas ausencias notables, y también unas presencias que, como poco, resultan sorprendentes. Y entre estas últimas incluyo a Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset, y  no porque considere que no son dignos de mención, o porque piense que su obra no tiene suficiente entidad,  sino porque no es habitual encontrarlos entre los elegidos.

La explicación la proporciona el propio Fernando Savater en la Introducción: el proyecto original fue una serie de televisión sobre los pensadores que más han influido en la sociedad de principios del siglo XXI. Ahí es nada. Venderle a una televisión una serie de 26 capítulos en la que se hablará de forma digna y comprensible acerca de gente como Spinoza, Schopenhauer o Adorno. Contra lo que pueda parecer la serie se ha terminado sin contratiempos y la productora, la argentina Tranquilo Producciones, ya la tiene lista para su emisión.

Ese origen televisivo del proyecto explica suficientemente tanto el contenido de La aventura de pensar como la forma que se le ha dado incluso al ser pasada al formato libro. En principio,  la pantalla de una televisión no es el lugar idóneo para desentrañar el pensamiento de Hegel o Wittgenstein, por poner dos ejemplos evidentes. El telespectador medio está tan habituado al lenguaje de la imagen que el concepto se le enrevesa durante el breve espacio que media entre la pantalla y el oído, de forma que para cuando le llega al cerebro está hecho un verdadero lío. La única forma posible de llevar semejante empeño a la práctica era recurrir a una exposición clara, un desarrollo tranquilo y, por encima de todo, una capacidad de concisión sólo comparable con la necesidad de ir derecho a lo esencial y no enredarse en cuestiones poco relevantes.

No por casualidad, Fernando Savater goza ya de una prolongada experiencia docente y una no menos prolongada carrera como conferenciante, agitador, panfletista, combatiente de primera fila y escritor. O sea que a estas alturas ya no hay Heidegger que le arredre. Y ello es tan de agradecer como el ánimo que le pone a cada personaje.

Se trata, pues, de una obra de divulgación, y por lo tanto dirigida a un público amplio y no especializado. Pero al mismo tiempo es rigurosa, informada y sencillísima de leer. Y los incondicionales pueden estar tranquilos porque, con toda la seriedad y formalidad que la ocasión requiere, Savater se las apaña estupendamente para colar de cuando en cuando algunas de sus habituales bromas. Por ejemplo cuando, al hablar de Spinoza, confiesa que él leyó la Ética en la cárcel. Al parecer le proporcionó gran consuelo pues recomienda encarecidamente a los lectores que no se olviden de llevarse ese libro cuando vayan a la cárcel.

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Javier Fernández de Castro

Javier Fernández de Castro (Aranda de Duero, Burgos, 1942- Fontrubí, Barcelona, 2020) ejerció entre otros los oficios de corresponsal de prensa (Londres) y profesor universitario (San Sebastián), aunque mayoritariamente su actividad laboral estuvo vinculada al mundo editorial.  En paralelo a sus trabajos para unos y otros, se dedicó asiduamente a la escritura, contando en su haber con una decena de libros, en especial novelas.

Entre sus novelas se podrían destacar Laberinto de fango (1981), La novia del capitán (1986), La guerra de los trofeos (1986), Tiempo de Beleño ( 1995) y La tierra prometida (Premio Ciudad de Barcelona 1999). En el año 2000 publicó El cuento de la mucha muerte, rebautizado como Crónica por el editor, y que es la continuación de La tierra prometida. En 2008 apareció en Editorial  Bruguera,  Tres cuentos de otoño, su primera pero no última incursión en el relato corto. Póstumamente se ha publicado Una casa en el desierto (Alfaguara 2021).

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