Javier Fernández de Castro
Juan Pablo Meneses es un periodista chileno que lleva años practicando lo que él mismo llama "periodismo portátil", y que en la práctica consiste en hacer de los cibercafés la sede de una redacción infinita y que le permite viajar ligero de equipaje porque allí donde vaya siempre habrá un terminal que le permitirá acceder a su oficina y trabajar "como en casa".
Como era de prever, a fuerza de ejercer durante años esas opción vital y laboral itinerante el concepto "casa" también pasó a estar estrechamente relacionado con lo portátil. Hasta que un día, hace ya varios años de ello, mientras andaba ejerciendo el periodismo por todo Latinoamérica, fue a caer en el Hotel España de Buenos Aires. Y, de algún modo, allí sigue.
La voz que entra reiteradamente en el texto advirtiendo de que "Meneses, son las nueve", acaba siendo como un leitmotiv vital. Su negocio es contar historias y las busca o le salen al paso en los lugares más excéntricos e inesperados, pero cada vez regresa al Hotel España de Buenos Aires, un establecimiento fuera de época y que no le gusta, pero con el cual se le ha creado un tipo de relación muy similar a la que él, y muchos latinoamericanos como él, mantienen con la antes llamada Madre Patria y que, puesta en boca de Barthelby podría resumirse con su célebre I do prefer not, o sea, preferiría que no pero ahí estás, todavía, doscientos años después. Porque el Bicentenario de la Independencia es otro de los leitmotivs del relato: si en casi todas las ciudades del Sur de América hay un Hotel España, ¿por qué no ir a echarles un vistazo? Y, de paso, por qué no dar una vuelta por el país, ahora que más o menos vienen a cumplirse doscientos años de libertad.
Sin embargo no es un libro político ni muchos menos un ajuste de cuentas más. A Meneses ("Que son las nueve") le interesan la gente y sus circunstancias y lo mismo le da que sea un pueblo de la Patagonia que vive del avistamiento de ballenas o la aparición del infierno en un paraíso turístico brasileño (encarnado en una mosca que tiene la ocurrencia de desovar dentro del oído del privilegiado turista). Para un narrador fino y ocurrente, y con buen ojo para trascender el nivel anecdótico, el ambiente en las calles de La Paz, el olor inconfundible de la habitación 54 del Hotel de España de Buenos Aires o los ingredientes para un plato local le proporcionan material suficiente para tejer un libro fundamentalmente ameno y simpático, y con numerosos toques de sinceridad. Por ejemplo cuando se pregunta si a fuerza de
escribir historias reales no ha terminado por convertir su vida en una ficción. O si la opción por una existencia portátil no le habrá impedido vivir una vida más normal. Pero ésa es la clásica pregunta que el sedentario se viene haciendo desde el principio de los tiempos cada vez que ante la puerta de su casa ve pasar al caminante con aspecto de ir muy lejos.
Hotel España
Juan Pablo Meneses
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