Francisco Ferrer Lerín
No es posible por ahora definir el ángulo ideal para besar bien a la alcaldesa pero a una distancia de veinte centímetros y con una diferencia de altura de unos quince opté por aproximarme a su gaznate como un submarino a varios portaaviones y acorazados; la alcaldesa es pues muy alta y dispone de senos de plexiglás, vientre de matalahúva y nalgas de popelín engomado. Fue una jornada de escarceos dialécticos, vermú casero con olivas negras aragonesas y fritadilla abrasiva calentita, en la que llegado el proemio del ágape, mientras servían la Escudilla de Ángel y se anunciaba desde los fogones la inminencia de la Pepitoria, convencí a la edil de arrancar el baile pasando a mayores en la cuadra de los gamos y después en la bodega del solomo. Francisco “Frankie” de Sert, conde de Sert, firmaba ejemplares de El goloso (Alianza Editorial) cuando nos reincorporábamos al banquete y sería por celos o afán de pasar a la posteridad pero me puse a emborronar con estas reflexiones una servilleta de papel de esas de propaganda de la cerveza Mahou Cinco Estrellas.