Francisco Ferrer Lerín
En el viaje de Mahoma a lomos del equino Al-Borak sorprenden dos detalles entrañables, domésticos. El primero, que el profeta, en el trascendental momento en el que se le aparece el ángel Gabriel, esté en casa de su primo. El segundo, la argucia narrativa que permite calibrar la velocidad del viaje, entre La Meca y el Séptimo Cielo, y retorno, mediante una confidencia: la ansiedad de Mahoma, durante el tremendo trayecto, por regresar cuanto antes ya que el ángel al salir de casa del primo rozó con el extremo de un ala un servicio lleno de orines, volcándolo, y el profeta no quiere que se derramen por completo.