Francisco Ferrer Lerín
En el mercado del descrédito y del delirio despunta la valoración de los calificativos referidos a los rasgos físicos e intelectuales de la persona humana. “Inteligente", aplicado a los futbolistas cuando ejecutan un regate, “valiente" como sinónimo de infatigable y, sobre todo, “guapo”, repetido hasta la saciedad por los comentaristas de las fotografías publicadas en las redes sociales, en especial en Facebook. Hombres y mujeres de catadura cavernícola, viscosos neonatos, impúberes de mulares belfos, novias inmensas embutidas en trajes blancos de corte pachanguero, comulgantes acromegálicos, bañistas de carnes desbordadas, ancianos de geriátrico suburbial candidatos urgentes a residir en un nicho, todos, todos son calificados de guapos; ¡qué guapa¡, ¡qué guapo!, ¡guapísimos!, ¡la más guapa!, ¡siempre guapísima!, ¡el nene guapo! Da ganas de comprar una radial, y emprenderla.