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Singularidades de un país raro

Por 18 de septiembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Ha causado considerable zozobra y pavor entre los comentaristas de todo pelaje la reciente decisión de Zapatero y Rajoy de nombrar una jefatura de la Justicia integrada por gente del servicio. No entiendo a qué viene tanto recelo. ¿Habría de ser neutra la Justicia en un país que ha politizado hasta el último átomo de la vida pública y privada? Uno de los rasgos más notables de los españoles es que sólo ven el mundo políticamente, es decir, según lo manda el Jefe. Ni en Francia, ni en Gran Bretaña, ni siquiera en Italia, se pasa todo el santo día la gente riñendo de política y tomando partido a gritos.

El deporte está perfectamente politizado y los patriotas de uno u otro equipo acuden a insultarse con sus banderas separatistas o nacionales en ristre. En Cataluña pisaban huevos cada vez que los medios del régimen tenían que nombrar a España en Pekín. La gastronomía está politizada: o eres de unos o de otros, y si no, que se lo digan al pobre Arguiñano de quien corren historias atroces sobre su relación con De Juana Chaos. La religión no puede estar más politizada. Los católicos del país, pastoreados por su sanedrín, no creen en Dios sino en la obstetricia. ¿Y los medios de persuasión, las teles, las radios, los periódicos? ¿No están politizados? Hasta el punto de que la mayoría han sido sencillamente comprados por los poderes públicos. ¿Y la vestimenta? Esta semana, un grupo de fascistas de derechas le clavaba un punzón a un fascista de izquierdas. Lo divisaron por su manera de vestir. ¡No hablemos de la enseñanza! Quizás no haya sector más politizado en España. A los niños sólo se les explica lo que es bueno para las autoridades de la aldea.

Y así sucesivamente. Yo no creo que quede ni un rinconcito de nuestras vidas en donde escapemos a la casta sacerdotal. Gregarios, caudillistas y patriotas de nuestro dueño, así somos. No se libra ni el sexo. ¡Tener que ponerle un ministerio a esa función! ¡Nombrar una ministra de las partes! Y encima lo llaman "de la igualdad". Que no de la libertad, o de la fraternidad, evidentemente.

Artículo publicado en: El Periódico, 13 de septiembre de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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