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Lo que uno se puede llevar y lo que no

Por 24 de mayo de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Un leve temblor en el calcañar me hizo temer algún terrible desastre orgánico. No era el roce del calcetín, tampoco el borde del zapato, era una palpitación espontánea de la carne en un lugar cercano a donde Aquiles podía ser muerto. Como si el tendón cantara con un exagerado trémolo que ya nadie usa, o como si me treparan hormigas desde el tacón.

     ¿No había sido un picor inexplicable, una comezón general de los muslos, antebrazos y plexo solar, lo que había conducido a Nani Moretti hasta el médico y la certificación de que padecía cáncer de sangre?

     En la habitación silenciosa, la proximidad de la muerte y la presencia de los libros amontonados por las estanterías acusan una ligazón inexplicable, aunque incuestionable. Desde sus lomos me rocía la lluvia fina de la extinción. Cinco mil ojos distribuidos por los títulos verticales lloran levemente sobre mí. ¿No iba yo a abandonarlos? A los más amados y también a los desdeñados, a los leídos y a los que aún no han entregado sus páginas a mirada ninguna, libros cubiertos de sucias anotaciones y libros que iban a conocer el desamparo en una amarga virginidad, todos por igual. No por culpa mía. Obligado a desaparecer.

     Así que fui hasta los anaqueles y cogí el primer libro que cayó en mi mano. Inesperadamente era de un autor condenado al más sordo olvido, Anthony Burgess. Abrí el segundo volumen de sus Confesiones, una mendacísima autobiografía, y leí hacia el final su alegato contra la muerte que ya sentía próxima (y no se engañaba),como arañándole los pulmones. Dice Burgess:

     "No es por los libros que jamás escribiré, sino por todo aquello que ya nunca podré aprender. He comenzado a estudiar el japonés, pero es demasiado tarde. He tratado de leer en hebreo, pero mis ojos ya no divisan los acentos y las tildes. ¿Cómo va uno a esfumarse pacíficamente, arrastrando una monumental ignorancia hasta la ignorancia total?"

     El agujero inconmensurable de la absoluta ignorancia es lo más fastidioso de la finitud. Aquello que no aprendas bajo la luz del sol ya nunca lo sabrás. Sin embargo, el dolor intenso no viene de no poder hablar en japonés, creo yo, ese es un dolor discreto, o de no saber leer en hebreo, dolor un poco más consistente pero baladí, sino de no saber si la flor del tilo saldrá más fuerte el próximo año o seguirá paliducha por falta de hierro. ¿Y quién barrerá las hojas de yedra que cada otoño alfombran la entrada de la casa? ¿Se pudrirán sin que nadie libere los terrazos del suelo, tan hermosos como humildes? Hay que juntarlas en un montón y prenderles fuego procurando que la espesa columna de humo no entre por los ojos. Ese es el saber que no tendremos ya nunca más. Serán asuntos que ya no competan a nuestro aprendizaje, hacer el montón, darle lumbre, oler el acre aroma del otoño, su especial calidad en este nuevo año incomparable. A otros pertenecerán, de ellos será este saber del tiempo sucesivo y sus repeticiones, el humo siempre igual y nunca el mismo.

     Devolví el libro a su hueco. Burgess, casi olvidado, se fue de este mundo muy pesaroso por no saber japonés ni hebreo, pero libre de la negra desesperación, el viscoso líquido de la melancolía. Debía de importarle un rábano quién barriera las hojas de yedra al año siguiente de su entierro si no podía nombrarlo en japonés.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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