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La modestia de los más grandes

Por 7 de abril de 2010 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Cuando comparamos nuestros héroes habituales con los antiguos, es imposible no sonreír ante la paradoja de que todo siga igual siendo por completo distinto. Hoy me refiero a los héroes de las multitudes. En el origen de los actuales (y actualas) acaparadores de la adoración social, sean figuras del rock, maniquíes, futbolistas o similares, se encuentra aquel magnífico personaje, Lord Byron, que fue el primero en abrir el espectáculo.

    Me lo ha recordado el delicioso libro del gran Giuseppe Tomasi di Lampedusa publicado por Nortesur y que en apenas cien páginas da un retrato exacto, irónico, encantador y sagaz del primer gran ídolo de masas. Hoy puede parecer un disparate que el mundo entero adorara (o bien odiara) a aquel aristócrata cojo y guapo, rico y pobre, inteligente y descerebrado, revolucionario y conservador, seductor de mujeres y seducido por hombres, poeta inmenso y versificador mediocre, aquel nudo de contradicciones que exaltó a la juventud europea y la condujo a los excesos de entonces, que eran tan peligrosos como los nuestros aunque más sanos. El Pete Doherty del romanticismo nos parece hoy un ser tan fabuloso como el ave fénix y sin embargo tenía ya todos los ingredientes de la popularidad mediática.

    No obstante, lo que más me ha emocionado del libro ha sido el tono de voz, la presencia casi física del inmenso artista que fue Lampedusa. En 1954, fecha de redacción, le quedaban tres años de vida. No lograría ver editada su obra maestra, El Gatopardo, rechazada por todos los editores italianos. Casi al final de este librito, escribe: "Lo que le haría falta a nuestra sociedad sería un Byron, es decir, un poeta que no fuera esclavo del público ni de los editores". Lo decía como si hablara de algo imposible, pero muy discretamente él lo había realizado, no con la poesía sino con una prosa que es lo más cercano a la poesía de los tiempos prosaicos. Su modestia no le permitía admitir que había escrito, sin esclavitudes editoriales o populistas, la novela decisiva de la Italia moderna. Tan libre como Byron, más sabio.

 

Artículo publicado el domingo 4 de abril de 2010.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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